Un niño ciego escucha a Pepe Domingo Castaño y, 30 años después, lo que dijo le sigue marcando: "Se convierte"

Pilar García Muñiz descubre la historia de Pablo, un joven que veía mínimamente con su ojo izquierdo por una condición llamada coloboma de nervio óptico

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La Tarde

La radio supuso un antes y un después en la vida de Pablo, un joven que nació ciego y que tiene al equipo de Tiempo de Juego por una familia

José Manuel Nieto

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Pilar García Muñiz descubrió la emotiva historia de Pablo, un joven que desde su nacimiento vivió en un mundo oscuro, marcado por una condición poco común: coloboma de nervio óptico. Aunque la visión de Pablo era limitada, su vida no estuvo condenada a la oscuridad. A través de la radio, encontró una fuente infinita de luz, una ventana al mundo que jamás imaginó que pudiera llenar su vida de la manera en que lo hizo.

Pablo nunca sintió que su discapacidad visual fuera un obstáculo. A pesar de que su ojo izquierdo le permitía ver solo de manera mínima, desde muy joven aprendió a navegar por la vida con una pasión que, lejos de estar vinculada a lo que no podía ver, se centró en lo que podía oír. La radio le ofreció algo único: la oportunidad de crear su propia imagen del mundo, sin limitaciones. En palabras de Pablo, "la palabra es mágica". Esa magia fue lo que le permitió, no solo entender lo que se contaba, sino también imaginar, crear y, finalmente, soñar con hacer radio.

Desde su infancia, Pablo estuvo rodeado de música. Su madre, gran amante del rock, le introdujo en un mundo sonoro que lo acompañó a lo largo de su vida. Los Beatles, los Rolling Stones, Queen... todos los grandes del rock marcaron su niñez a través de la radio. "Mi madre me metió en la música desde muy pequeñito", recuerda Pablo con cariño. A través de la radiofórmula, pudo sumergirse en los sonidos y melodías que tejían su visión del mundo.

Paco González y Pepe Domingo Castaño

Paco González y Pepe Domingo Castaño

Sin embargo, el gran cambio en su vida llegó cuando, buscando cómo seguir un partido del Atlético de Madrid, se encontró con la voz inconfundible de Pepe Domingo Castaño. "Por razones obvias, la televisión no me gustaba mucho, entonces empecé a escuchar las radios. A raíz de escuchar a Pepe, fue un impacto brutal", confiesa Pablo. La habilidad de Pepe con la publicidad, su forma de hacer radio, todo ello dejó una huella imborrable en el joven, que encontró en él una especie de guía a través de la radio.

Una radio que es más que un medio

Para Pablo, la radio no es solo un medio de comunicación, sino un refugio emocional, una compañía constante que le permitió sentirse parte de un mundo al que no podía acceder a través de la televisión. La radio le permitió construir su propia realidad, más allá de las imágenes predefinidas que ofrece la pantalla. Esta conexión con el sonido fue tan profunda que, para él, la radio era, de alguna forma, su refugio seguro.

Su esposa, Jurma, lo tiene claro: "Él se pone en sus cascos y está con su radio, y ya está. No existe más nadie". Para Pablo, la radio es esencial en su vida, y su amor por este medio lo lleva a compartirlo con su familia y amigos.

A lo largo de los años, Pablo nunca perdió de vista su sueño: conocer a aquellos que le habían acompañado desde la distancia durante toda su vida. Así fue como, tras décadas de escuchar a los locutores de Tiempo de Juego, Pablo cumplió su sueño y visitó los estudios de COPE, donde tuvo la oportunidad de conocer a sus ídolos, a aquellas voces que se habían convertido en su familia. "Llevo escuchando a Paco y a Pepe, 30 años, desde el año 94. Para mí son como una familia. Ellos te hacen compañía, te hablan, te hacen sentir uno más en el estudio, aunque tú estés en tu casa", dice emocionado.

Esta visita marcó un hito en su vida, porque la radio no solo le había acompañado en los momentos más solitarios, sino que ahora los hombres y mujeres detrás de esas voces se habían convertido en parte de su historia personal. Para Pablo, ellos no eran simplemente locutores: eran amigos, confidentes, y una parte integral de su mundo.

La radio como un acto de amor y pertenencia

La historia de Pablo es un testimonio conmovedor de cómo la radio puede transformar vidas. En un mundo en el que muchos pueden sentirse invisibles o desconectados, la radio actúa como un hilo que une, que da voz a quienes a veces no tienen espacio en otros medios. Para Pablo, la radio es más que entretenimiento: es un acto de amor y pertenencia.

Este relato es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que puede brillar. Para Pablo, esa luz fue la radio, una luz que lo acompañó y le permitió construir una vida llena de sonidos, emociones y, sobre todo, sueños alcanzados. La radio para él no es solo un medio, es la familia que nunca tuvo que ver, pero que siempre supo que estaba allí, al otro lado de las ondas.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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