Deja atrás el mundo de las finanzas tras la llamada de su padre y lo que comienza a hacer en Ciudad Real cambia sus vidas por completo

En un mundo donde las decisiones financieras se toman en cuestión de segundos y la presión es constante, José Ángel García Zambudio jamás imaginó que cambiaría los rascacielos de Londres por la tranquilidad de una quesería. Sin embargo, una llamada de su padre en plena pandemia fue el punto de inflexión que lo llevó a dejar atrás su exitosa carrera en la banca de inversión para adentrarse en el oficio de la fabricación de quesos artesanales. Hoy, su quesería ha sido reconocida en los prestigiosos World Cheese Awards, destacando entre más de 5.000 quesos de todo el mundo. Hoy en 'La Tarde', con Pilar García Muñiz,  hemos conocido esta inusual historia. 

Un giro inesperado 

José Ángel tenía una carrera consolidada en el mundo de las finanzas. Desde Londres hasta Madrid, trabajó en banca privada y en fondos de inversión de alto nivel. Sin embargo, la vida tenía otros planes. "Mi padre me llamó y me dijo: 'Pepico, llama al fondo y dile que se te han acabado los días allí, que te tienes que venir conmigo al campo'", recuerda José Ángel. Lo que comenzó como una simple ayuda para elegir maquinaria para una quesería, pronto se convirtió en un proyecto de vida.

Decidió regresar a sus raíces. En la aldea de La Atalaya, un rincón remoto de Albacete con apenas unos pocos habitantes, quiso recuperar la tradición quesera de su familia. "Mi padre buscaba un queso auténtico, el que recordaba su infancia, pero no lo encontraba en el mercado", explica José Ángel.

Aprender desde cero 

José Ángel nunca había hecho queso. "Hoy en día lo que nos llega a nosotros no sé si es queso, plástico o agua blanca", comenta con una mezcla de humor y crítica. Así que se embarcó en una formación intensiva, recorriendo las queserías de Castilla-La Mancha para aprender el oficio. "Nos dimos cuenta de que la clave no estaba en la fábrica, sino en la materia prima: en el bienestar de los animales y en la calidad de la leche", relata.

Para lograrlo, su padre seleccionó personalmente las ovejas, buscando ejemplares rústicos que pudieran pastar en libertad, algo cada vez más difícil de encontrar. "Hizo su propia raza de oveja manchega, seleccionando las más fuertes durante cinco años hasta formar un rebaño de 3.500 animales", cuenta José Ángel.

El éxito de adiano

El esfuerzo dio frutos. Los quesos de su quesería, Adiano, han sido premiados tres años consecutivos en los World Cheese Awards, obteniendo la máxima distinción frente a marcas con décadas de experiencia. "Creo que lo que nos diferencia es la autenticidad del sabor, que refleja el bienestar animal y la calidad de la leche", explica.

El proceso es lento y meticuloso. "Desde que hacemos el queso hasta que se vende pueden pasar dos años", dice José Ángel, quien ha aprendido a valorar la paciencia. Un cambio radical respecto a su antigua vida en el mundo financiero, donde los resultados se medían al cierre del día.

Su historia es un recordatorio de que a veces los sueños que terminamos cumpliendo no son los que imaginamos, sino aquellos que nos conectan con nuestras raíces y nos devuelven la esencia de lo auténtico.