La foto: "Ni campanadas, ni uvas, ni cava"

La foto del día de Fernando de Haro.

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La foto: "Ni campanadas, ni uvas, ni cava"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La foto que me ha llamado la atención es de una celebración de la salida y de la entrada de año.

No hay ni campanadas, ni uvas, ni cava. La imagen es más sobria y más sencilla. Esta tomada frente al pasaje que forman grandes bloques de granito gris, un gris ligero por el blanco del liquen. A la entrada dos enorme piedras altas y rotundas, a la salida también dos grandes cuerpos, dos tolmos, muy juntos, que tienen la estatura de dos hombres, en medio una rendija que forma una especie de ventana en forma de triangulo.

Hay entre los peñascos un aire de misterio. A la entrada del pasaje una mujer ataviada con un poncho y un gorro de lana levanta los brazos hacia el cielo, formando una cruz con ellos. No se le ve la cara pero dos lagrimas saladas le corren por las mejillas. Luego se ríe. Todo su cuerpo es una demanda, una súplica. Puede estar pidiendo al zar, o al destino, o a los ángeles, o a las potestades, un año benigno. Suplica el fin de la peste en la ciudad, o el cuerpo del amante, o alivio del sufrimiento, o un décimo de la lotería premiado, o dinero para llegar a final de mes, o un remedio para artrosis, o una voz cálida que llegue a través de la fría tecnología, o sabiduría, o paciencia, o alguien que piense en ella después de haber puesto el último post en Istragam, o más contento que el que ya tiene, o la entrada para el piso, o un pintalabios, o una pieza de ropa interior realmente bonita, o menos sentimiento de culpa, o un hijo, o una mañana de sol.

La suplicante sabe y no sabe lo que pide, demanda algo que conoce y no conoce para el año que entra. Pide algo sin saber qué es, algo de lo que solo sabe que lo quiere.

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