Sara, iraní exiliada en España y torturada por la policía moral: “Muchas van a callar por la familia”

Sara Sangsefidi, exiliada iraní en España, conversa al cristianismo protesta porque ya no quiere la República Islámica, no solo "por la hiyab", sino por "un Irán libre"

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Sara, iraní exiliada en España y torturada por la policía moral: “Muchas van a callar por la familia”

Redacción La Tarde

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Varios iraníes han protestado hoy frente al ministerio de asuntos exteriores. Una de ellas es Sara Sangsefidi, exiliada iraní en España, conversa al cristianismo que salen a la calle “porque ya no queremos la República Islámica”, no solo “por la hiyab”, sino que quieren “un Irán libre”. Confirma que ha sufrido el ataque de la policía moral cuando en la playa con amigos y amigas. Una de ellas entró en el mar con velo y muchos policía vinieron a por ella. “Nos llevaron a un calabozo dos noches”. Allí la maltrataron: “50 latigazos muy fuertes”, de la espalda a la pierna. Con cada golpe físico, la insultaban: “Me preguntaban si era virgen”.

Rechaza que sea una lucha solo de mujeres: “Los hombres no pueden salir a la calle con un pantalón corto". Después de varias décadas de régimen, cree que “es momento de hablar de esto”. Cree que no solo le afecta a ella, sino “a muchas mujeres”, pero que “muchas van a callar por la familia, la situación

Tuvo que salir porque tenía “problemas” con la policía moral. Sara publicaba post en Facebook. Ella decidió leer el Corán y, por eso, rechazó el Islam y se convirtió al Cristianismo. Y es que ella también leyó la Biblia: “Un día estaba leyendo Juan, 14”, en el que dice ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’, y se dijo “me voy a convertir a cristiana”. “Algo se ha roto dentro de mí”, rememora de aquel momento en el que “estaba feliz”.

Desde pequeño, en Irán, te van a decir ‘Ala es Dios”, reflexiona. Hasta que un día dijo “basta”. Había estado practicando el cristianismo durante dos años cuando un día, estaba en una Iglesia “pero pasó algo”. Después de ese día, le dieron dos semanas para salir del país. Es un “trauma” para ella porque no sabía español: “No sabía ni hola, ni adiós, ni nada”. Aun así reconoce que “después de un año” (desde que reside en España) ya se siente mejor en el país”.

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