El increíble récord mundial que ha conseguido Francisco, de Santander, a sus 81 años y que casi nadie tiene
Pilar Cisneros y Javi Nieves hablan en 'La Tarde' con una familia que ha conseguido reunir entre él, su mujer y sus cinco hijos este récord
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¿Cómo te imaginas tu jubilación? Esta es la pregunta que ha planteado hoy Pilar Cisneros en el programa de 'La Tarde'. Para contestarla, Javi Nieves le ha llevado una historia especial, la de Francisco, quien a sus 81 años, está en mitad de su décima tesis doctoral.
La vida de este hombre no siempre fue sencilla. Aunque fue buen alumno desde niño, en los años 40, atravesó dificultades. Su padre fallece, sus hermanos eran pequeños y hablamos de la España de la posguerra. Sin embargo, la familia consigue salir adelante con el empuje de su madre y, por voluntad propia, Francisco logra estudiar gracias a las becas. Tiempo después, en los años 60, llega a la Escuela de Ciudadanos que creada por el cardenal Herrera Oria. Francisco González Posada comparte su visión de la jubilación, que dista mucho de ser pasiva: "La jubilación no se elige, se la imponen a uno. La profesionalidad docente, investigadora, estudiosa, de eso no hace falta por qué jubilarse. Para mí es una satisfacción poderme concentrar en el estudio”.
Pero no es el único, ya que toda su familia está compuesta por intelectuales. Su hijo, que también se llama Francisco, lo explica así en el programa: "Mi madre fue la primera profesora mujer de una escuela de ingeniería de caminos en Madrid. Ella es licenciada en químicas y doctora en físicas. Lo curioso es que antes de dirigir las tesis de sus cinco hijos, mi padre también dirigió la tesis de mi madre".
La academia como tradición familiar
La familia González ha convertido la academia en su segunda casa. Francisco González Posada, junto con sus cinco hijos, atesoran un total de dieciséis tesis entre todos. Desde filosofía hasta química, cada miembro de la familia ha explorado diversas áreas del conocimiento, siempre bajo la tutela de su padre. "Todos los oyentes conocerán familias mucho más famosas que la nuestra. Nosotros nos ayudamos unos a otros, pero también sabemos poner distancia cuando es necesario, por eso no hay conflicto doméstico. Facilita mucho las tareas cuando tienes esa proximidad en la familia", cuenta el hijo.
En una cena familiar típica, el foco no está en las tesis o los logros académicos, sino en las actividades cotidianas: "Allí de lo único que se hablaba era del baloncesto de una hija, las carreras de la otra o el fútbol. El fútbol era más bien mío que de ellos", comparte Francisco.
Cada miembro de la familia González ha seguido su propio camino académico, explorando disciplinas desde filosofía hasta química. Francisco González Redondo, el primer hijo, explica: "Hago la primera tesis en filosofía, aunque soy licenciado en matemáticas. La segunda la hago en matemáticas". En el caso de la segunda hermana, su tesis será sobre física. La tercera, arquitecta, la hará sobre geografía e historia. "La cuarta, que es física, hace la tesis en filosofía. Y el pequeño pues hace la tesis en química, en historia de la química. En el caso de mi segunda hermana, la arquitectura, tenemos un carácter un poquito más multidisciplinar y renacentista, probablemente heredado por los genes de padre y madre."
Un tesoro literario en casa
Sin embargo, el legado académico también presenta desafíos logísticos. "Los libros que había acumulado en los nueve años de estancia en Santander hacían imposible esa tesis", recuerda el padre sobre su traslado a Madrid. Con tres habitaciones convertidas en depósitos de libros, la familia enfrenta el desafío de encontrar espacio para su colección. "Los libros que hoy, aunque uno pretendiera obsequiar a una librería o a las facultades, con dificultades podrían aceptarlo. Pero en fin. De momento son indispensables. Nunca se sabe lo que puede pasar." Su hijo, en cambio, discrepa un poco: "Yo lo que digo es que me corresponde de vez en cuando poner orden en cosas. Y buscar en los momentos que tenemos que colaborar con algún libro que no aparece, o algún documento, o alguna imagen para alguna exposición."
La historia de los González es un recordatorio de que el aprendizaje no tiene límites de edad ni fronteras familiares. Desde el patriarca que desafía las convenciones de la jubilación hasta los hijos que continúan su legado académico, esta familia demuestra que el estudio y el conocimiento son una pasión que trasciende generaciones.