A hombros de gigantes

Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 12 de diciembre

La historia de la Iglesia en China durante los últimos cien años está aún por escribir
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Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 12 de diciembre

José Luis Restán

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La historia de la Iglesia en China durante los últimos cien años está aún por escribir, pero sus episodios y sus rostros no dejan de conmoverme cada vez que salen a mi encuentro. Por ejemplo, el jesuita Matteo Chu Li-teh, que acaba de fallecer en Taiwan a los 91 años. Nació en Shanghai y cuando aún era seminarista fue detenido en la gran redada de 1955, cuando los comunistas encarcelaron a más de mil católicos. En esa redada detuvieron a los seis hermanos que componían la familia Chu, uno de ellos ya era sacerdote y murió en prisión en 1983. Su madre, Martina, era viuda, y recorría las seis prisiones diferentes donde estaban encerrados sus hijos. Habitualmente los funcionarios la insultaban por ser la madre de seis contrarrevolucionarios, pero nunca dejó de animar a sus hijos a aceptar el sufrimiento y a mantener la confianza en Dios. 

Después fueron llevados a campos de concentración en diversas provincias, y la madre no pudo verlos durante 20 largos años. Matteo recuperó la libertad en 1984. Debido a su negativa a unirse a la Asociación de Católicos Patrióticos no podía ordenarse sacerdote, pero consiguió un permiso para embarcarse hacia los Estados Unidos, desde donde viajó a Taiwán para retomar su noviciado en la Compañía de Jesús. En 1994 fue ordenado sacerdote y pudo estar presente su madre, Martina. Durante los durísimos años de confinamiento, fueron sus palabras y su ejemplo las que le sostuvieron. El P. Chu no tenía rencor en su corazón, sabía que no había actuado contra su país, al que amaba profundamente, tan solo quiso conservar intacta la fe y cumplir la voluntad de Dios. Casi hasta el último suspiro se le podía encontrar en la pequeña salita a un costado de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio de Guting, en Taipei, donde recibía cada mañana a los fieles para ofrecerles el sacramento de la reconciliación. Es verdad que caminamos a hombros de gigantes, de los que generalmente no conocemos sus nombres. Matteo Chu Li-Teh es uno de ellos.

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