Responder a las preguntas de aquel niño…

De San José los evangelios apenas han conservado palabras, pero sí muchos gestos y decisiones de las que dependió la historia más grande, la historia que Dios quiere hacer con el hombre a través de la humanidad de su Hijo. Impresiona pensar que, primero el niño, y luego el joven Jesús de Nazaret, modeló su personalidad, su cultura, su forma de pensar, a través de la relación cotidiana con José, el carpintero. Porque si aquel niño aturulló a los maestros de Israel en el Templo con sus preguntas, ¿qué no haría con su padre cada jornada, quizás al atardecer? Allí estaría Jesús con sus preguntas, y el pobre carpintero, seguramente con el delantal lleno de virutas y la lima o la escuadra entre las manos, miraría al horizonte y sentiría la inmensa paradoja de ser precisamente él quien tuviera que explicar a ese Niño, venido para salvar al mundo, las cosas más elementales y también las más importantes.

Porque, a fin de cuentas ¿quién era él?, José, de la tribu de David, un artesano sencillo y tranquilo, un hombre enamorado que tuvo que atravesar las apariencias para abrirse a una verdad que le desbordaba… y luego tener que explicar a aquel niño tan singular por qué lucen las estrellas, por qué trabajar es bueno, por qué la ira no conduce a buen puerto, tantos porqués. Quizás, también, al volver de la sinagoga el sábado, sus preguntas sobre el texto de la Escritura que el rabino había proclamado… José explicando al Hijo la Palabra del Padre… Eso forma parte también del hecho más inesperado y conveniente para todos, que Dios se hizo carne. Ese hecho del que el buen José fue el segundo en tener noticia en toda la historia.

No es baladí que la Iglesia haya proclamado a San José como su patrono y protector. El Papa Pablo VI lo explicaba así en 1969: “por la confianza inquebrantable de que él, a quien Cristo quiso confiar la protección de su frágil infancia humana, querrá continuar desde el Cielo su misión tutelar para guiar y defender el Cuerpo místico del mismo Cristo, siempre débil, siempre amenazado, siempre dramáticamente en peligro”.