El Señor sale al encuentro
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En la próxima Vigilia Pascual 266 adultos van a recibir el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía en la diócesis australiana de Sídney, un 60% más que en 2021. En el conjunto de las diócesis francesas serán 7.000 este año, un 30% más. El fenómeno se repite en muchas diócesis de Estados Unidos y Centroeuropa. Pero no tenemos que irnos tan lejos. Por ejemplo, en Getafe, la dinámica diócesis del sur de Madrid, 35 catecúmenos adultos recibirán este año los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Es el número más alto desde que existe esta joven diócesis.
Por lo que se refiere a Getafe, estos adultos tienen edades comprendidas entre 14 y 67 años. La mayor parte pertenecen a distintas parroquias y municipios de la diócesis, pero también los hay procedentes de lugares tan lejanos como Azerbaiyán, Centroamérica o Nigeria, y una es de origen chino. Las historias de sus encuentros con la Iglesia y de sus procesos de conversión son muy variadas. En algunos casos son experiencias de sufrimiento las que han abierto el camino hacia la fe, en otras la convivencia con un esposo católico; hay casos de búsquedas largas y pacientes, también de encuentros vertiginosos. A veces han sido acompañadas por sus familias, en otros casos han tenido que experimentar algún desgarro para dar este paso. Y siempre, la fe ha adquirido el rostro de personas y comunidades concretas en las que han experimentado una humanidad cambiada por Cristo. Todos han aceptado un recorrido de formación que abarca la inteligencia y el afecto, y que les ha ido acercando a la realidad viva de la Iglesia, a veces tan distinta de las caricaturas que maneja cierta opinión pública.
No son los números lo que impresiona, sino el hecho de que en una sociedad que consideramos impermeable a la fe demasiado a la ligera, el Señor sigue saliendo al encuentro del corazón que busca. Y que la Iglesia sigue siendo, pese a las mediocridades y pecados de sus miembros, un hogar en el que se puede experimentar una humanidad plena. Es motivo para dar gracias y para sentir una hermosa responsabilidad.