Un anuncio que desafía el escepticismo del mundo

Un anuncio que desafía el escepticismo del mundo
Publicado el
1 min lectura
En su Mensaje Pascual el Papa Francisco se hace eco de la incredulidad de los apóstoles ante los primeros anuncios de la resurrección. Es curioso, porque nadie podía desear tanto como ellos semejante noticia que, por otra parte, el Señor de alguna manera les había preanunciado. Y es el que el dolor y la sensación de hundimiento y de derrota provocada por la condena y la crucifixión de Jesús cerraba literalmente su mente y su corazón a esta posibilidad. Y pensaban como todos: pero ¿cómo va a resucitar un muerto?
En cierto modo, como apuntaba el Papa, a nosotros, que profesamos en el Credo que Cristo ha resucitado, nos pasa algo similar: tenemos una mirada incrédula ante la Pascua porque hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia, por ejemplo, ahora en Ucrania. Pero también porque hemos experimentado muchos fracasos, porque vemos la división en nuestras propias familias, porque sentimos a veces que nuestra vida es un declinar hacia la muerte. “Nos cuesta creer que Jesús verdaderamente haya vencido a la muerte”, dice Francisco, y nos preguntamos si esto de la resurrección no será tal vez una ilusión, una bella historia sin incidencia real en nuestra vida.
Un filósofo ateo, Theodor Adorno, reconocía que la resurrección sería la única forma de que se hiciese justicia en la historia. Mostraba así una nostalgia que todos comparten, pero para él era una hipótesis imposible. También lo era para aquellos judíos que habían seguido a Jesús, hasta que se toparon con el hecho que nos relatan los evangelios. La Iglesia puede seguir anunciando aquel Hecho porque sigue aconteciendo hoy. Que, a pesar de todo, siga existiendo esta pequeña planta, el pueblo cristiano, es el testimonio que desafía al escepticismo del mundo. No es una ilusión, verdaderamente ha resucitado.