La caridad tiene una fuente

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La caridad tiene una fuente

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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El próximo domingo la Iglesia celebra en España el Corpus Christi, Día de la Caridad. “Amaos como yo os he ha amado”, dijo Jesús a sus discípulos, que con un mínimo de realismo debieron sentir un escalofrío por la espalda. Porque ciertamente, para nuestras fuerzas ese amor que todo lo espera, que todo lo disculpa, que nunca se cansa de hacer el bien… es un imposible. La Eucaristía y la caridad están intrínsecamente unidas por eso: porque ese amor brota directamente del costado abierto del Crucificado. No son misticismos: aquellos hombres rudos, que fueron los primeros cristianos, empezaron a amar de un modo que sorprendía a todos sólo porque vivían de Jesús.

La caridad se convirtió en un factor de construcción histórica porque había un pueblo que vivía de la fe. Y ciertamente, la caridad es la matriz de la que nace una cultura nueva, una ciudad distinta. Cáritas Española cumple estos días 75 largos y fecundos años de presencia, de testimonio de una fe que obra mediante la caridad, y así, ayuda a cambiar el rostro de nuestros pueblos y ciudades. El trabajo de Cáritas debería ser un orgullo para todos los españoles, para los cristianos es además motivo de asombro renovado, de volver la mirada al manantial inagotable del que surge cada día este empeño por el bien: Cristo presente, que se nos ofrece en la Eucaristía como alimento.

Como decía Benedicto XVI en Caritas in Veritate, “la conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas… aun cuando no se realice inmediatamente, aunque lo que consigamos sea siempre menos de lo que anhelamos”. Felicidades a Cáritas, somos afortunados.

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