Católicas y pioneras
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Católicas y pioneras
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Hola Pilar. Una vez le escuché decir a un alto responsable político que la cooperación internacional la inventó la Iglesia Católica. Hoy tenemos muchas ONG’s, algunas son hermosas expresiones de la sociedad civil, con solvencia y eficacia para mejorar las condiciones de vida de los más pobres y para abrir nuestra conciencia al horizonte de un mundo en el que la injusticia sigue siendo un flagelo. También los Estados han comprendido su responsabilidad en la Casa común, la ejerzan mejor o peor.
Pero hace sesenta y tres años, de estas cosas apenas se hablaba. Y es cierto, fueron realidades de la Iglesia Católica, tan denostada en algunos medios, las que abrieron camino con no poco sacrificio y creatividad. En España, un grupo de valientes mujeres de Acción Católica emprendieron entonces una aventura que, por su fidelidad y por Gracia de Dios, continúa viva entre nosotros, con un merecido prestigio y una hermosa historia de verdaderos cambios para las personas más vulnerables en todos los continentes.
A través de sus campañas anuales, Manos Unidas nos ha hecho familiares las situaciones de la India, de Mali, de Guatemala, de Filipinas, de Haití… de tantos otros países cuyas heridas hemos aprendido a sentir como propias. Pero también nos ha comunicado la convicción de que, con recursos, con personas arraigadas en el terreno (muchas veces misioneros), y con una mirada verdaderamente católica, se puede incidir en esas situaciones para bien. Se han excavado muchos pozos, se han levantado escuelas y centros de salud, se ha enseñado a cultivar a los jóvenes, se han defendido los derechos de las mujeres… la lista se queda muy corta. Pero, sobre todo, Manos Unidas ha sostenido la esperanza de muchísima gente en todo el mundo, y nos ha ayudado a ser católicos en el sentido más genuino de la palabra.