La cruz, escuela de humanidad

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La cruz, escuela de humanidad

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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El obispo emérito de Getafe, Joaquín López de Andújar, ha recibido el alta médica tras unas semanas muy difíciles a causa del COVID. Con ese motivo, Don Joaquín ha enviado un mensaje, tan sencillo como hermoso, en el que glosa la dura experiencia que le ha llevado, a sus 79 años, a vivir esa incertidumbre y angustia que llevaron a Jesús en el Huerto de los Olivos a pedir al Padre: “si es posible, que pase de mí este cáliz”. La luz de la fe ha permitido a monseñor López de Andújar asociarse también a la segunda parte de las palabras de Cristo: “pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Dice Don Joaquín que la cruz es una escuela, y que haberla experimentado va a dar a su vida un matiz más profundo, marcado por la humildad y el agradecimiento. La enfermedad, sobre todo cuando es grave, permite entrever esta paradoja: nuestra vida está marcada por un deseo infinito de felicidad y de plenitud, y al mismo tiempo es tremendamente vulnerable, como si se nos pudiese escapar en un soplo. Esta paradoja se abre luminosamente cuando entendemos que esa vida, tan frágil y preciosa a la vez, está en manos de Otro que nos quiere, que nos ha precedido en el sufrimiento y, sobre todo, que ha vencido a la muerte y quiere que participemos en su victoria.

Habla también el bueno de Don Joaquín del servicio de los médicos y personal sanitario y explica que, cuando la fe y la ciencia caminan unidas, cuando el trabajo del hombre y la acción de Dios se compenetran, el resultado es maravilloso. Ahora el obispo emérito de Getafe recupera fuerzas, entregado al cuidado de los suyos, pero quiere salir pronto a los caminos para cantar las maravillas del amor de Dios, que ya conocía, pero que ahora se la hecho aún más luminoso.

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