¿De dónde nace esta forma de vivir?
"No hay palabras para narrar el dolor de las familias implicadas, pero en este caso hemos visto algo más".
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¿De dónde nace esta forma de vivir?
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Todos hemos experimentado desgarro, angustia e incomprensión con lo sucedido el pasado jueves en el colegio Montealto, en Madrid, cuando un desgraciado accidente provocó la muerte de una pequeña de 6 años e hirió gravemente a otras dos, de 10 y 12 años respectivamente, en el momento en que se producía la salida masiva de los alumnos. Es uno de esos zarpazos que provocan un grito de protesta como el de Job, dispuesto a litigar con Dios ante la injusticia que sentía en sus circunstancias.
No hay palabras para narrar el dolor de las familias implicadas, pero en este caso hemos visto algo más. Primero, la impresionante entereza con la que la madre de la pequeña fallecida acogió el terrible suceso, cómo permaneció junto a su hija malherida y cómo incluso se fue a buscar a la madre que había causado el accidente para fundirse en un abrazo con ella. Y es que en la experiencia de la fe suceden cosas que son de otro mundo, y que nos ayudan a ver más allá de nuestros pobres razonamientos.
También resulta impresionante el testimonio de toda una comunidad educativa, que se ha mostrado como una auténtica piña en medio del dolor, mostrando una unidad inesperada donde fácilmente podrían surgir la división y las polémicas. Es razonable preguntarnos ¿de dónde nace esta forma de vivir? Jesucristo no nos ha dado una explicación teórica sobre este misterio, lo que ha hecho es compartir hasta el fondo el dolor humano en la cruz, y mostrar con su resurrección que la oscuridad y el sinsentido no tienen la última palabra. No sólo en el “más allá”, sino aquí y ahora, como se ha visto estos días en un colegio de Madrid, donde profesores, alumnos y familias nos están ofreciendo un sólido fundamento para la esperanza.