Tan del mundo, tan de Dios

José Luis Restán reflexiona sobre la vida contemplativa a raíz del estreno del documental 'Libres'

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Tan del mundo, tan de Dios

José Luis Restán

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Escribe mi amigo Juan Orellana que el espléndido documental “Libres”, que se presenta como una película sobre la vida contemplativa, en realidad trata sobre la vida cristiana, o sea, sobre cómo el encuentro con Dios hace plenamente humana la vida. Es verdad, y ayer lo pude comprobar y disfrutar en una sala de cine abarrotada por personas de todas las edades. Yo, que vivo la familia, el trabajo en los medios de comunicación y el compromiso público, necesito este testimonio para afrontar mejor mi propia vocación cristiana y sus implicaciones históricas, distintas de las que viven cada día los monjes y monjas contemplativos. En esta película impresionan la belleza y la fuerza de la naturaleza, verdadero libro de Dios, pero también la arquitectura de los monasterios, que habla y custodia el misterio de Cristo presente que hace posible una morada plenamente humana que acoge el trabajo, la cultura, el afecto, la enfermedad… ¡Belleza de la creación y belleza de la obra del hombre cuando se deja tocar por Cristo! “Libres” es una auténtica sinfonía de rostros, silencios y palabras que no teme ni se escandaliza de nada de lo humano, que cantan la plenitud de la que habla el Evangelio: “si me seguís tendréis el ciento por uno, y después la vida eterna”.

Impresiona la densidad de experiencia de hombres y mujeres que se han fajado en todo tipo de tareas, que han gustado la vida con sus alegrías y dolores, que no han huido, sino que en su vida de oración y de trabajo llevan el cansancio y la espera del mundo para ponerlos ante Dios que es “todo en todo”, el único que cura, salva, exalta el deseo y lleva a plenitud nuestros deseos más profundos. Alegra ver que la vida monástica sigue acogiendo a estos testigos fuertes de la búsqueda del corazón humano y de la fidelidad de Cristo que sigue llamando. Alegra por la Iglesia, en la que son como un pulmón que dilata el oxígeno de la gracia. Alegra por el mundo, que puede seguirse preguntando por el tañer de una campana, por el trabajo y la oración de estos hombres y mujeres tan suyos… y tan de Dios

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