1000 DÍAS DE GUERRA Y TESTIMONIO CRISTIANO EN LA MARTIRIZADA UCRANIA | FIRMA MARIO ALCUDIA

El periodista y profesor Mario Alcudia reflexiona en torno a las palabras del Papa en su audiencia del miércoles condenando la guerra en Ucrania

Papa habla del martirizado pueblo de Ucrania
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1000 DÍAS DE GUERRA Y TESTIMONIO CRISTIANO EN LA MARTIRIZADA UCRANIA | FIRMA MARIO ALCUDIA

Redacción Religión

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En su audiencia de esta semana el Papa hacía alusión a los mil días de la guerra que se libra en Ucrania, que se han cumplido esta semana. Francisco se refería a la emotiva carta de un joven ucraniano en la que pedía al Santo Padre que al leerla no hablara solo del sufrimiento provocado por esta terrible guerra sino que reflejara también el testimonio de fe que están dando; que, aunque sea imperfecta -decía- no disminuye su valor y pinta con pinceladas generosas el cuadro de Cristo Resucitado.

“Ha habido muchos muertos estos días”, relataba el joven; “vivir en una ciudad donde un misil mata y hiere a decenas de personas, presenciar tantas lágrimas es difícil”. Es más, le decía que le hubiera gustado escapar, volver a ser un niño abrazado por su madre, estar en silencio pero, sin embargo, daba gracias a Dios “porque a través de este dolor está aprendiendo a amar más... porque solo el amor, la fe y la esperanza dan un verdadero significado a las heridas”.

Precisamente, estos hechos han coincidido con la semana en la que Ayuda a la Iglesia Necesitada celebran la REDWEEK, con el deseo de sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre la realidad de los cristianos perseguidos en el siglo XXI, visibilizando las dificultades y sufrimientos que enfrentan los cristianos en diversas partes del mundo, entre ellos claro también, en Ucrania. Unos días en los que se nos han mostrado testimonios y relatos reales que revelan la fidelidad inquebrantable de quienes sufren violencia por su fe, como el martirizado pueblo ucraniano. Y es que como pedía el Pontífice, que calificaba la guerra en esta tierra como "una vergonzosa desgracia para toda la humanidad” tenemos que comprometernos por la paz para que el diálogo sustituya a las armas y el encuentro al desencuentro. Bien sabemos que será Dios quien pronuncie la última palabra. Por eso, con nuestra oración, ponemos en sus manos que fortalezca la esperanza, convierta los corazones y se abran caminos de diálogo, reconciliación y concordia.

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