"Nada es culpa de la pobre Jéssica, la culpa de todo esto es de quien era la mano derecha del actual presidente del Gobierno"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del jueves 27 de febrero

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Vestida de negro de pies a cabeza, con gafas de sol, zapato plano (nada de tacones) y, según el ojo clínico de mis compañeras de redacción, con peluca. Así se ha presentado esta mañana ante el Tribunal Supremo la testigo conocida como Jéssica Rodríguez, la compañera sexual que José Luis Ábalos eligió de un catálogo de escorts (que es el nombre fino para referirse a las prostitutas de lujo). Un catálogo ilustrado que su asesor Koldo llevaba en el móvil. La escena es fácil de imaginar: Koldo pasando con sus dedazos fotos de mujeres desnudas en la pantalla táctil, y su jefe ponderando las hechuras de esta o de aquella, como si fueran dos ganaderos en el mercado vacuno de Torrelavega. Con perdón de los ganaderos, que es un oficio muy respetable, a diferencia del oficio de secretario de Organización del PSOE.

Porque vamos a recordar que Ábalos mantuvo su relación con Jéssica (voy a llamarlo relación porque vengo de Roma y quiero ser piadoso) mientras estaba casado y mientras era ministro de Fomento y secretario de Organización de PSOE. Esa organización que da lecciones de feminismo y que se proclama partidaria de abolir la prostitución. Te cuento un secreto: ayer mismo José Luis Ábalos fue visto en el Congreso de los diputados, donde mantiene su escaño por el Grupo Mixto, emitiendo su voto a favor de renovar el pacto de Estado contra la violencia machista y contra la explotación sexual. Ayer. Es posible que quepa en la política española un monumento más grande a la hipocresía y al cinismo, pero yo no lo conozco.

Mira, yo no soy nadie para emitir juicios morales sobre la virtud privada de nadie, tampoco la del padre de familia conocido como José Luis Ábalos: su decencia personal tendrán que juzgarla su familia y su conciencia, en caso de tenerla. Pero es que este asunto excede el juicio moral y entra de lleno en el juicio penal; este turbio asunto no va de vicios pagados con dinero privado, sino con nuestro dinero: con el dinero extraído de la carga fiscal que soportamos y que con este Gobierno no ha dejado de crecer. Y se entiende muy bien nuestra indignación cuando nos enteramos de que nuestros impuestos acaban sirviendo para pagarle a “Jéssica 20 Minutos” sus nóminas en Ineco y Tragsatec, dos empresas públicas gestionadas por el Ministerio de Transportes. Aparte de los viajes oficiales con el papito, el ministro “sugar daddy”. Y aparte del piso de 2.700 euros al mes en un rascacielos de la plaza de España, en el centro de Madrid. Pues hombre, don PSOE: todo esto apesta, y todo esto nos indigna. Porque este olor es todo vuestro.

La declaración de Jéssica ha durado más de 20 minutos. Ha dicho que no sabía quién le pagaba ese piso, quizá en un alarde de la proverbial discreción del oficio más viejo del mundo. Ha dicho también que le dieron un ordenador para trabajar, pero más o menos hizo el mismo uso de ese ordenador que David Sánchez Pérez-Castejón de su despacho fantasma en la oficina pacense de Artes Escénicas. Y ha declarado también,

al parecer entre lágrimas, que al cabo de un año de relación se dio cuenta de que José Luis... no pensaba divorciarse. Dramón. Están los guionistas de telenovelas turcas salivando ya con este emotivo melodrama.

Pero en realidad nada de esto es culpa de la pobre Jéssica, que aquí solo es la testigo. La culpa de todo esto es de quien era la mano derecha del actual presidente del Gobierno. Ese presidente que llegó al poder, gracias a la moción de censura defendida por Ábalos, teóricamente para regenerar la democracia.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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