"Que Sumar, Podemos y Bildu acudan a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum es la enésima evidencia de un Gobierno en descomposición"

Jorge Bustos analiza la ofensa de la presidenta de México a Felipe VI y la reacción que han tenido Sánchez y sus socios

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No paramos de abrir conflictos diplomáticos por el mundo, pero esta vez tiene razón (en parte) Pedro Sánchez. Tiene razón cuando dice que la ofensa a Felipe VI de la presidenta de México es “inaceptable”. Y hace bien el presidente en negarse a mandar a nadie del Gobierno a una toma de posesión a la que están invitados Nicolás Maduro o Vladímir Putin, pero no lo está Felipe VI. 

La sucesora del populista Andrés Manuel López Obrador quiere ser todavía más populista que su mentor, y ha decidido inaugurar su mandato insultando a España en la figura de nuestro jefe de Estado con un cochambroso argumento indigenista que solo pueden tragarse los débiles mentales de ambos hemisferios. Ya sabes, eso de que un rey constitucional tiene que pedir perdón por los abusos de los conquistadores de hace cinco siglos. 

Esto es como pedirle a la tal Claudia Sheinbaum que se disculpe por los sacrificios de niños en las pirámides aztecas y por la represión brutal de los pueblos indígenas que precisamente se aliaron con Hernán Cortés para sacudirse el yugo sanguinario de los mexicas de la capital: Tenochtitlan. Para imperialismo salvaje, el suyo.

Pero no voy a perder el tiempo en recordar las leyes pioneras sobre las que la Monarquía hispánica fundó el derecho internacional humanitario, prohibiendo la esclavitud, castigando a los encomenderos díscolos y alentando el mestizaje desde el primer momento de la conquista, un proceso autocrítico singular en la historia de la civilización. 

No voy a poner evidencias documentadas contra la estupidez indigenista, porque no es la verdad histórica lo que le importa al Gobierno mexicano, sino tejer una espesa cortina de humo mientras les roba la democracia a los propios mexicanos. Más o menos igual que los criollos les robaron el pan y la tierra a los indios después de la independencia, por cierto.

Porque López Obrador ideó una reforma judicial autocrática que su sucesora va a aplicar, y que consiste en jubilar forzosamente a todos los jueces independientes de un país rebosante de corrupción política y de crimen organizado... para pasar a elegir a los magistrados a dedo. Justicia popular, lo llaman. O sea, el fin de la separación de poderes. 

Es decir, el fin de la democracia. Y mientras Sheinbaum les roba la democracia a los mexicanos con una mano, con la otra agita el espantajo de la malvada Corona española para desviar la atención. El truco es infantil, pero por desgracia funciona: a falta de prosperidad y de seguridad, se nutre al pueblo con resentimiento y listos. También funciona en España, ojo. 

De hecho, los socios de Sumar, de Podemos y de Bildu (ese partido que también sabe bastante de sacrificios humanos) pues han decidido desafiar la autoridad menguante de Pedro Sánchez y se van a plantar en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum. La enésima evidencia de un Gobierno en descomposición.

En lo que se equivoca Sánchez es en la vara de medir. Llama mucho la atención el contraste entre la firmeza contra Argentina y la tibieza con México. Si Milei señala a Begoña, Pedro ordena inmediatamente retirar a nuestra embajadora en Buenos Aires. Pero si López Obrador y Claudia Sheinboum ofenden al Rey, entonces una llamadita privada y a esperar a que escampe. 

Qué pena que incluso cuando reacciona bien, incluso cuando tiene el respaldo de la oposición para defender a Felipe VI, Pedro no sea capaz de culminar el acierto. Pero es lo que tiene deber el poder y vivir entrampado con todas las fuerzas populistas del hemiciclo. Que te pierden el respeto aquí y allí.

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