Ángel Correas: “Es paradójico comprobar que España ha aumentado un 12% su importación del gas ruso este año”

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Hace un año, el 19 de agosto de 2021, el gas se pagaba a 44 euros con 75 céntimos el megawatio hora. Hoy, justo un año después, se sitúa en 163 euros. El reflejo inmediato lo encontramos en el factura eléctrica ya que este gas se utiliza en la generación de energía.

Una parte muy importante del precio desorbitado del gas la tiene la invasión de Ucrania. Por eso Europa trata de depender menos del gas ruso y por eso resulta paradójico comprobar que España ha aumentado un 12% la importación de gas desde Rusia en lo que va de año.

Esto demuestra hasta qué punto es difícil romper la vinculación con el gas ruso y eso que España no tiene una dependencia excesiva. Imagínate Alemania, pero ahí están lo datos, hemos traído más gas procedente de Rusia en los últimos meses, algo que incluso despierta los recelos en Bruselas teniendo en cuenta que, en su conjunto, la Unión Europea ha dejado de comprar un 60% de gas a Moscú .

La pregunta es por qué pasa esto, porque ha aumentado la importación de gas ruso a España, mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no para de hablar de la guerra de Putin como origen de todos los males económicos. Según los expertos, la explicación puede encontrarse en el calendario, es decir, que son compras de gas anteriores a la imposición de las sanciones y además que este gas nos llega líquido, en barcos, y no a través del gasoducto NORTH STREAM que es el objeto de las sanciones. Aún así, no sé hasta que punto esto convencerá en Bruselas porque, como dice el dicho popular, es como poner una vela a Dios y otra al diablo.

De todas formas, que nos llegue más o menos gas ruso, no está evitando que los precios de la energía estén por la nubes. Ni siquiera el tope del gas impuesto por el gobierno está moderando los precios. Hoy pagamos la electricidad a más de 219 euros, de media, cuando hace un año eran 119.

A medida que caen las hojas del calendario, se acerca el invierno y la situación se complica en Europa. Como gran alternativa ha resurgido la apuesta del MIDCAT, el gasoducto que permitiría a España aportar más gas al resto de países de la Unión Europea. No porque tengamos la capacidad de producirlo sino porque tenemos la capacidad de almacenarlo.

Ahora bien, hay dos problemas: uno el tiempo que se tardará en ponerlo en marcha y el segundo, que hay que pagarlo. Francia no está por la labor ya que no tiene esa necesidad imperiosa de un gasoducto. La necesidad vital la tiene Alemania, que presiona para que se haga realidad mientras Bruselas ha ofrecido asumir gran parte del gasto si hay un acuerdo entre países.

El MIDCAT es un proyecto aparcado desde hace tiempo por cuestiones medioambientales y porque se consideraba un gasto innecesario ya que el gas ruso era barato. Pues al final nos está saliendo muy caro... a todos.

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