Pilar G. Muñiz: "La final entre Argentina y Francia fue un partido de los que hacen afición, para recordar"

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Dicen, los que saben de esto, que el fútbol debería ser algo como lo que hemos visto en la final del Mundial de Catar.

Debería ser esto: goles, uno detrás de otro. Un toma y daca continuo, donde cada sorpresa alimenta una emoción permanente. La final entre Argentina y Francia fue un partido de los que hacen afición, mucha afición. Fue una final de las que no se recuerdan, para recordarla siempre.

Como narraba Manolo Lama para ponerse de pie y, si Lama lo narra con emoción en Tiempo de Juego, imagínate cómo fue la narración para Argentina de la tanda de penaltis. Te puede gustar o no el fútbol, pero es dificil escapar a la resaca del partido de ayer, y no solo hablamos de deporte.

Si algo ha vuelto a demostrar esta final es que lo del fútbol va mucho más allá del terreno de juego. Sobre todo si hablamos de un país como Argentina, donde el fútbol casi se considera una religión. Imagina, también, lo que se puede vivir esta noche en Buenos Aires cuando lleguen los jugadores de la albiceleste.

Y, es que, hablamos de Argentina, una nación cuyo alimento emocional es el fútbol. Un país que ha vivido del recuerdo de Maradona durante décadas y, eso que muchos de los que hoy celebran el Mundial, ni siquiera le conocieron en el campo. Hoy ya tienen un nuevo ídolo. Han encontrado una leyenda viva. Tienen a Lionel Messi para alimentar ese sentimiento.

Hoy en Argentina importan menos los problemas económicos o la galopante corrupción. Argentina ha declarado oficialmente el estado de felicidad. Y, eso, aunque sea por unas horas es envidiable.

Herrera en COPE

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