Pilar García Muñiz: "Si Rusia cierra el gas nos condena a un invierno frío y a una nueva recesión"

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Hoy, a las seis de la mañana, ha comenzado en el gasoducto Nord Stream, el que conecta Rusia con Europa, una parada técnica, en teoría de 10 días…

Es lógico que tenga que preservarse el estado del mayor gasoducto del continente, estamos hablando de más de 1.200 kilómetros que atraviesan varios estados. Lo que toda Europa teme, con Alemania a la cabeza, es que ese cierre temporal se convierta en un corte permanente del gas ruso.

La ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, no descarta que Putin aproveche la excusa de esa parada técnica y cierre el grifo definitivamente, una circunstancia que, reconoce, generaría una “situación de máxima tensión”.

Un corte permanente del suministro afectaría a todos los estados europeos. Ningún país se libraría de las consecuencias económicas y sociales de no tener gas suficiente para calentar nuestros hogares o para abrir nuestras empresas. Antes de la guerra de Ucrania casi la mitad del gas que llegaba a la Unión Europea venía de Rusia. Ahora esa cantidad se ha reducido al 20% pero… ¿qué pasaría si en dos semanas tampoco recibimos ese gas? Nos responde Antonio Turiel, experto en Energía del CSIC.

Problemas a los que España no es ajena a pesar de que el gas ruso supone solo el 10% del total que llega a nuestro país: no dependemos de Rusia tanto como Alemania y otros 11 países europeos donde ya hay cortes parciales del suministro. Nuestros principales proveedores son Estados Unidos, Argelia y Nigeria, pero también podemos sufrir los mismos problemas que nuestros vecinos.

El temido racionamiento, ese que vivieron nuestros padres y nuestros abuelos, es una amenaza más que cercana. Primero, porque las reservas de gas que tenemos, algo más del 70%, apenas darían para 5 ó 6 semanas como mucho; y segundo, porque la normativa europea obliga a los países con excedentes de gas a ser solidarios con nuestros vecinos europeos. Es decir, tendríamos que dar parte de nuestro gas almacenado a otros estados.

Y a esto hay añadir el precio: menos gas y más caro, en tan solo un mes su precio se ha duplicado (ha pasado de 80 a 154 euros), una situación insostenible para la economía de la zona euro. Si Rusia nos cierra el gas, no solo nos condena a un invierno frío, nos sentencia a una nueva recesión.