El historiador Raúl López: "Los jóvenes de hoy no saben quién es Miguel Ángel Blanco"

El equipo de Mediodía COPE visita el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, para rescatar el recuerdo de aquellos que perdieron la vida a manos del terrorismo

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Alex García

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hoy se cumplen 4 años y un día desde que ETA se disolvió. Desapareció dejando un rastro que ha marcado varias generaciones en España. Pero, qué pasa con todos esos jóvenes que afortunadamente han crecido sin que las siglas de ETA copen los titulares... ¿Saben lo que es? ¿Tienen una idea de lo que supuso?

Quizá uno de los lugares más estremecedores, sea el punto en el que se llevó a cabo el secuestro más largo de la historia reciente de nuestro país. Se trataba del zulo en el que estuvo cautivo durante 532 días el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por ETA el 17 de enero de 1996. Veinticuatro años después, la narración sigue poniendo los pelos de punta.

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"El zulo es lo más impresionante que todos los oyentes puedan imaginar. Una habitación enana, con unas maderas de chapa que gotean humedad, con una fotografía de la Concha nevada. Con un camastro. (...) Es lo más lóbrego y terrorífico que he visto. Ni siquiera los campos de concentración nazis que he visitado tienen la crueldad que tiene esto. Es una habitación pequeñísima con una ventana por el que le pasaban la comida (...) No hay absolutamente ninguna luz exterior ni atisbo de humanidad. Este zulo se tendría que mantener tal como está para dar testimonio del horror y la bestialidad a la que llegan estos criminales, estos etarras (...) Yo me doy con la cabeza en el techo en el punto más alto. Y aquí pasó 532 días este hombre, la mayor parte del tiempo en cuclillas intentando protegerse a sí mismo, refugiándose en su propio cuerpo".

Era prácticamente un ataúd. José Antonio Ortega Lara estuvo enterrado en vida en 2,2 metros de ancho por 1,80 metros de alto, en donde solo podía ponerse completamente de pie en el centro. Un lugar iluminado por una bombilla y no de mucho voltaje. Contaba con una hamaca de playa, un saco de dormir, una mesa, una silla, un orinal y jabón y esponja para su aseo. En el muro frontal, una pequeña puerta que en alguna ocasión uso alguno de los etarras -como el día que le sacaron fotos para reivindicar el secuestro-, y en la otra pared el ventanuco por donde le daban la comida.

Allí ha estado Pilar García Muñiz junto al equipo que hace posible 'Mediodía COPE' que se ha desplazado a Vitoria, a visitar el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo localizado en la capital del País Vasco. Ese punto representa un punto neurálgico para toda nuestra sociedad que no debe olvidar la desgracia y el temor que es capaz de generar el terrorismo.

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En ese lugar, donde se puede contemplar la réplica exacta del zulo de Ortega Lara, también podemos encontrarnos con otros objetos simbólicos, como puede ser el monopatín de Ignacio Echeverría, quien en 2017 fue asesinado por el Daesh en Londres mientras conseguía salvar dos vidas; y también la cartera agujereada por balas de Jesús Velasco.

"No debemos olvidar, así no se repetirá"

En Mediodía COPE hemos hablado con dos de las personas responsables del centro homenaje a todas esas víctimas. Allí, el director del museo, Florencio Domínguez, considera que "hay mucho desconocimiento en las generaciones más jóvenes" respecto a lo que ocurría en España en aquella época. Apunta, igualmente, que "las víctimas tienen un papel fundamental para combatir el discurso del odio"; y por ello precisamente, este centro "pone de su parte para cuidar la memoria de todos los que se fueron".

También Raúl López, historiador, comentaba que "los jóvenes de hoy en día no tienen experiencia de lo que se vivía en España en aquella época, pero tienen que saberlo", añade que "alguien tiene que contárselo".