Nacho, voluntario de Payasos sin Fronteras en Polonia: “La risa es un lenguaje que entiende todo el mundo”
Un grupo de cinco voluntarios viaja a Polonia para animar a los niños refugiados ucranianos
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Se cumplen 27 días del inicio de la guerra en Ucrania. Casi un mes en el que hemos visto imágenes sobrecogedoras y también sonidos impactantes, el estallido de las bombas, los misiles, los disparos, los llantos del pueblo ucraniano. Pero también hemos podido oír uno de los sonidos más bonitos e inocentes del mundo como es la risa de un niño.
Y es que cinco integrantes de “Payasos Sin Fronteras” han viajado hasta Polonia para conseguir lo que parecía imposible: Hacer reír a los niños ucranianos que están huyendo de la guerra.
Sus nombres son: Boris Ribas, Lucía Pennini, Antoine Durdilly, Magdalena Staniewizc y Nacho Camarero. Actúan donde se lo piden. En las calles, en los aeropuertos o en los albergues provisionales habilitados para los refugiados. Da igual dónde lo hagan, siempre consiguen su objetivo, hacer que los más pequeños se olviden del horror que están viviendo.
No es la primera vez que “Payasos Sin Fronteras” actúa para los niños y los jóvenes ucranianos. En el año 2019 ya lo hicieron en la región del Donbás. Ahora se encuentran en la ciudad de Przemysl, al suroeste de Polonia. Allí han realizado cinco actuaciones y mañana tendrá lugar otra en Lublin.
Uno de estos payasos que esta allí, o héroes con una nariz roja, es Nacho Camarero. Nos cuenta que no hace falta saber ningún idioma para hacer reír a un niño.
“Es un lenguaje que todo el mundo entiende. Una caída, una torta, todas las bromas de circos de payaso en cualquier idioma se entiende” explica Nacho.
Aún así, Nacho y sus compañeros han aprendido algunas palabras en ucraniano como “Buenos días” o “¿Qué tal?”. Dice también que quizá les hace gracia lo mal que lo pronuncian.
Nacho lleva años en el mundo del arte y el teatro. Tienen pensado quedarse allí más tiempo y recorrer Polonia. Si siguiente parada es Lublin y después tienen pensado viajar a Cracovia y a Varsovia. Todo para hacer reír a los niños refugiados ucranianos que están viviendo una auténtica pesadilla. Héroes, sin duda, con la nariz roja.