"¡Madre mía, qué vuelo!": El grave incidente a bordo de un vuelo a Cancún, en Mediodía COPE
Pilar García Muñiz explica los protocolos que deben cumplir las compañías aéreas cuando se encuentran con un pasajero que infringe las normas o viaja ebrio
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Hay maneras y maneras de comenzar unas vacaciones, pero desde luego, los pasajeros del vuelo WFL2501, no lo hicieron de la mejor forma.
Los antecedentes son los siguientes: 300 personas despegan en un vuelo desde Madrid con destino a Cancún, en México, la mayoría para disfrutar de unas vacaciones y muchos en familia.
Durante el vuelo, un verdadero energúmeno a bordo -que se había bebido una botella entera de whisky-, se pone a realizar tocamientos a pasajeras y azafatas. Cuando le recriminan su actitud llega incluso a amenazar y pegar a todo aquel que trataba de mediar en la situación. Y todo a 35.000 pies de altura, en mitad del Océano Atlántico.
El individuo en cuestión medía más de 1,90 metros de altura, estaba muy musculado y era muy agresivo. Así que el comandante tuvo incluso que pedir ayuda. Por megafonía preguntó si, por casualidad, iba a bordo algún miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y si era así que se pusiera en contacto con la tripulación. Y así fue.
Dos guardias civiles y dos policías fuera de servicio, que viajaban con sus familias, consiguieron reducir al pasajero y ponerle las bridas de seguridad. Lo que provocó los aplausos de todos los pasajeros cuando al aterrizar en Cancún la Policía de México entra en el avión y se lo lleva detenido.
¡Madre mía, qué vuelo!
Esto que no es común ni pasa cada día en los aviones, sí que es un fenómeno recurrente. Cada cierto tiempo tenemos noticias de personas que se emborrachan a bordo, que increpan, que se ponen violentas y, al final, causan problemas de seguridad en los aviones. Y esto ha hecho preguntarnos por los protocolos, por la forma de proceder en estos casos, que a cualquiera nos puede tocar a bordo de un avión.
Desde el momento en el que una persona pasa por un control de seguridad en un aeropuerto hay que custodiar en cadena la seguridad aérea. El primer filtro tiene que ser el personal de Tierra. Ellos están autorizados para que en caso de que vean a alguien que no está bien no dejarle subir al avión.
Antonio Escobar, tripulante de cabina en ejercicio y delegado del sindicato SITCPLA, cuenta en Mediodía COPE que "no tenemos un alcoholímetro, tenemos que sacar conclusiones a partir del comportamiento del pasajero. Ni que decir tiene si el pasajero ha venido a bordo con síntomas de ebriedad, porque con respeto para los asturianos algunos vienen cantando 'Asturias, patria querida'".
Antonio, como miembro de tripulación, a lo largo de 25 años ha visto este tipo de comportamientos que siempre o casi siempre se ven ya en el avión. Si el avión no ha despegado, lo que se hace es pedirle que abandone el avión o avisar a la Guardia Civil para bajarlo a la fuerza.
Si el avión ya ha despegado, lo primero es avisarle de viva voz para después notificarle que su comportamiento va a tener consecuencias. "Se le hace una primera advertencia, el sobrecargo tiene una tarea decisiva y es ponerle en su sitio. Si no hace caso se le entrega un documento en el que se le notifica que tiene que leer ese documento con testigos", explica el delegado del sindicato SITCPLA.
En la firma de este documento hay testigos para que en el caso dado se les pueda llamar y testificar en un juicio y nos dicen que normalmente en cuanto se les notifica que oye que cuando llegue a tierra va a tener a la Policía esperándole porque está cometiendo un delito comprometiendo la seguridad de muchas personas, suele reconducirse la situación.
¿Y qué pasa si no se reconduce? ¿Si la persona como el caso que comentábamos se pone violenta, no está dispuesta a cambiar de actitud y compromete, por tanto, la seguridad de los pasajeros?
Se avisa a la torre de control para que primero autorice si es necesario desviar el vuelo hasta algún aeropuerto más cercano. "Tener que desviar el vuelo a algún aeropuerto alternativo que tengamos en ruta", explica Javier Martín, comandante y director del departamento técnico del SEPLA, en Mediodía COPE.
Se desvía el vuelo siempre que se pueda. Pero hay casos como el que hablamos de vuelos largos que te pillan en mitad del océano. Pues bien, en esos casos se avisa a la Policía del país de destino que estarán esperando al pasajero. Hasta que ese momento llegue, toca inmovilizar a la persona y custodiarla como el caso que nos ocupa.
Lo normal es que este trabajo lo realicen los tripulantes de cabina porque son quienes conocen dónde están esas bridas de seguridad y, además, porque el piloto no puede abandonar la cabina.
Hay veces en los que es necesario inmovilizar al pasajero con lo que sea desde cuerdas y gomas de alimentos, pasando por las vendas de un botiquín. Ellos reciben formación por parte de la Guardia Civil para ello. Y si, aún así, se produce un caso más extremo, pues siempre se puede pedir ayuda por si hay algún Policía a bordo.
En cualquier caso nos dicen que esto son casos extremos. Lo normal es encontrarse a alguien borracho, sí. Pero con algo de psicología reconducir la situación.
Hablamos de que el alcohol a bordo de un avión causa en muchos casos este tipo de situaciones. Pero claro, nos encontramos con que en los aviones se puede servir alcohol. Es legal servirlo y consumirlo.¿Pueden los tripulantes de cabina decir hasta aquí? La respuesta es sí.
Los protocolos de seguridad siguen mejorando. Todo sea para que, al final, se saquen lecciones y tengamos vuelos tranquilos.