Una experta en protocolo revela el gesto de Trump que le da "poder absoluto" en las reuniones: "Sin abrir la boca"

La nueva legislatura del presidente de Estados Unidos está dejando muchas imágenes como la tensa recepción a Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, observa durante una reunión con el Taoiseach de Irlanda, Micheal Martin, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, EE. UU., el 12 de marzo de 2025.
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Poniendo las Calles

Carlos Moreno 'El Pulpo' charla con Marina Fernández, directora de comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo y experta en relaciones internacionales

José Manuel Nieto

Publicado el

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La nueva legislatura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha dejado indiferente a nadie. Las imágenes recientes de su tensa recepción al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, han vuelto a poner sobre la mesa la peculiar manera en la que Trump ejerce el poder, incluso sin pronunciar palabra. Un momento cargado de simbolismo que ha generado un intenso debate sobre las formas y el fondo de la diplomacia internacional.

Marina Fernández, directora de comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo y experta en relaciones internacionales, ha analizado en el programa Poniendo las Calles de la Cadena COPE el lenguaje no verbal del mandatario estadounidense y cómo este refuerza su posición dominante desde el primer instante, dejando claro que nada en su escenografía política es casual.

El gesto que lo dice todo

Según Fernández, Trump tiene un estilo comunicativo muy particular, marcado por gestos que rompen con las recomendaciones protocolarias tradicionales. "Son famosísimos los apretones de manos del presidente Trump, que dejan a la otra persona fuera de juego porque ejerce muchísima presión", explicó la experta. Este simple gesto, que podría parecer trivial, tiene un fuerte componente simbólico: "Ya estás empezando esa conversación desde una posición de poder absoluto, antes incluso de haber abierto la boca". No es solo un apretón de manos; es una declaración de intenciones, una forma de marcar territorio desde el primer contacto.

Elon Musk (izq.), director ejecutivo de Tesla y asesor principal del presidente de Estados Unidos, observa al presidente estadounidense Donald Trump (der.), hablando frente a vehículos Tesla en la Casa Blanca, en Washington, D.C., EE. UU., el 11 de marzo de 2025.

EFE

Elon Musk (izq.), director ejecutivo de Tesla y asesor principal del presidente de Estados Unidos, observa al presidente estadounidense Donald Trump (der.), hablando frente a vehículos Tesla en la Casa Blanca, en Washington, D.C., EE. UU., el 11 de marzo de 2025.

No es la primera vez que Trump utiliza el lenguaje no verbal como herramienta política. Fernández recordó cómo, durante su visita a la reina Isabel II en el castillo de Windsor, el expresidente rompió con el protocolo al adelantarse a la monarca, quien, como anfitriona, debía liderar el paso. "Fue él quien inició el camino, dejando a la reina detrás, algo impensable en el ámbito diplomático", comentó. Un gesto que pasó a la historia y que reflejó su deseo de proyectar una imagen de liderazgo absoluto, incluso por encima de figuras con tanto peso simbólico como la monarca británica.

Un lenguaje medido al milímetro

La reciente reunión con Zelenski estuvo cargada de tensión, y más allá de las palabras intercambiadas, el mensaje no verbal fue contundente. "Trump y su vicepresidente, Mike Pence, ambos hombres corpulentos, se sentaron echados hacia adelante, invadiendo visualmente el espacio del presidente ucraniano", explicó Fernández. Este tipo de postura, sumado al tono de voz elevado, creó una atmósfera intimidante que rompía con las expectativas de cordialidad propias de un anfitrión.

La disposición de los asientos también jugó un papel crucial. Protocolariamente, el anfitrión ocupa el puesto número uno, el invitado de honor se sienta a su derecha y las demás figuras relevantes se colocan en consecuencia. "En un primer momento, todo parecía ajustarse a las normas habituales: las banderas de ambos países ondeaban correctamente, y la distribución de los asientos era la esperada", aclaró la experta. Sin embargo, la actitud física de Trump y Pence distorsionó esa aparente normalidad, lanzando un mensaje claro: el poder estaba de su lado.

El despacho oval, con su fuerte carga simbólica, fue el escenario perfecto para reforzar la imagen de superioridad de Trump. "Todo estaba perfectamente medido para colocar a Zelenski en una situación que no se esperaba", concluyó la experta. El entorno, la postura y la tensión palpable sirvieron como un recordatorio visual de quién tenía el control de la conversación.

El presidente de Estados Unidos, Trump, camina por el Jardín Sur tras descender del Marine One en la Casa Blanca, en Washington, D.C., EE. UU., el 9 de marzo de 2025.

EFE

El presidente de Estados Unidos, Trump, camina por el Jardín Sur tras descender del Marine One en la Casa Blanca, en Washington, D.C., EE. UU., el 9 de marzo de 2025.

Estos gestos no son fruto de la casualidad. Según Marina Fernández, forman parte de una estrategia política bien definida. "No fue un acto inconsciente. Trump y su equipo diseñaron esa reunión al milímetro, buscando transmitir un mensaje claro tanto a Zelenski como a la comunidad internacional", añadió.

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