El neurólogo Javier Camiña explica por qué los sudokus no previenen enfermedades neurodegenerativas: "Son repetitivos"
El responsable del Servicio de Neurología de la Clínica Rotget y del Hospital Quirón Salud Palmaplanas resuelve dudas con Carlos Moreno 'El Pulpo'
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En un diálogo con Carlos Moreno ‘El Pulpo’, el neurólogo Javier Camiña, responsable del Servicio de Neurología en la Clínica Rotget y el Hospital Quirón Salud Palmaplanas, resolvió una de las preguntas más recurrentes sobre el envejecimiento cerebral: ¿realmente los sudokus y las sopas de letras pueden prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson? Según Camiña, la respuesta es clara: no.
El entusiasmo por los juegos mentales como los sudokus ha sido comúnmente promovido como una forma de mantener el cerebro en forma. Sin embargo, Camiña sostiene que, aunque son mejor que no hacer nada, actividades como los sudokus o las sopas de letras no tienen un impacto significativo en la prevención de enfermedades neurodegenerativas. Según el experto, estas actividades son repetitivas y no fomentan el desarrollo de nuevas conexiones neuronales.
“Estos juegos son intelectuales, pero bastante repetitivos. Aunque mantienen algunas funciones cognitivas activas, no desarrollan nuevas capacidades ni conexiones neuronales. Si solo hago sudokus, por ejemplo, solo estoy trabajando ciertas habilidades limitadas, como la identificación de caracteres o la planificación de estrategias. No estoy creando nuevas rutas neuronales”, explica Camiña.
El neurólogo subraya que las actividades que más favorecen la salud cerebral son aquellas que implican el desarrollo de múltiples circuitos neuronales al mismo tiempo. Actividades como aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical o incluso comenzar un deporte desde cero, son más beneficiosas a largo plazo porque activan diversas áreas del cerebro de manera simultánea.
los sudokus
En lugar de recurrir únicamente a juegos de mesa o acertijos, Camiña recomienda realizar actividades que supongan un reto tanto físico como intelectual. “El objetivo es combinar actividades que nos exijan más que una simple repetición. Aprender algo nuevo, desafiante y que implique una planificación o una estrategia compleja es lo que realmente puede beneficiar al cerebro a largo plazo”, afirma.
Por ejemplo, el aprendizaje de un instrumento musical no solo mejora la coordinación entre ambos hemisferios cerebrales, sino que también fomenta la capacidad visual y espacial. De igual manera, muchos deportes ayudan a desarrollar habilidades de coordinación y propriocepción, esenciales para mantener el cerebro y el cuerpo activos. Estas actividades son mucho más efectivas para prevenir enfermedades neurodegenerativas que los juegos repetitivos como los sudokus.
Además de la estimulación intelectual, Camiña enfatiza la importancia del ejercicio físico moderado como una de las mejores herramientas para prevenir o retrasar el progreso de enfermedades neurodegenerativas. “La actividad física tiene una gran cantidad de beneficios, tanto en la prevención como en el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson”, comenta el neurólogo.
El ejercicio no solo promueve la formación de nuevas conexiones neuronales, sino que también mejora la circulación y la salud cardiovascular y cerebrovascular. En personas con enfermedades neurodegenerativas, el ejercicio puede ayudar a ralentizar el avance de los síntomas. Camiña sugiere realizar al menos 150 minutos de ejercicio moderado por semana, lo que equivale a unos 30 minutos al día, cinco veces a la semana.
no previenen enfermedades neurodegenerativas
Además de sus beneficios físicos, el ejercicio tiene un impacto positivo en el estado de ánimo. “La actividad física ayuda a mejorar la ansiedad, la depresión y la apatía, síntomas comunes en personas con enfermedades neurodegenerativas. El ejercicio produce endorfinas, que son hormonas responsables de generar sensaciones de bienestar, lo que también ayuda a mejorar el estado emocional y reducir el estrés”, explica Camiña.
El ejercicio físico debe ser adaptado a las capacidades de cada persona, especialmente en aquellos que ya padecen alguna enfermedad neurodegenerativa. Según Camiña, el ejercicio debe realizarse de forma gradual y siempre buscando la seguridad del paciente. “Es fundamental que el ejercicio esté adaptado a las capacidades y limitaciones del paciente, especialmente en aquellos con enfermedades avanzadas. En estos casos, incluso la fisioterapia pasiva, realizada por un terapeuta, puede ser útil para aliviar el dolor y mejorar la movilidad”, señala el neurólogo.