Un vecino de Palencia deja el Banco Santander para seguir con una tradición de 150 años en su familia: "Se extrañaron"

Resulta que hay cinco generaciones de la familia Merino que han manifestado una gran vocación por la enseñanza y ahí está Ángel, que renunció a dinero para ejercer

Calle Mayor en el centro histórico de Palencia, España
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Poniendo las Calles

Carlos Moreno 'El Pulpo' cuenta la historia de los Merino en Palencia

José Manuel Nieto

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En un tiempo donde los jóvenes escogen su futuro profesional basándose, en muchos casos, en las salidas laborales o los salarios, hay historias que rompen con esa lógica. Es el caso de Ángel Merino, un vecino de Palencia que, en 1980, decidió abandonar su puesto como interventor jefe en el Banco Santander para cumplir con lo que él considera su verdadera vocación: la enseñanza. Una elección que sorprendió a sus compañeros de oficina: “Se extrañaron porque me salía”, confesó en una entrevista con Carlos Moreno ‘El Pulpo’ en el programa Poniendo las Calles.

La vocación docente como herencia

Pero la decisión de Ángel no fue un salto al vacío, sino un paso más en una historia familiar que lleva más de siglo y medio ligada a las aulas. Desde que doña Perseverancia Revilla se tituló como maestra superior en Salamanca en el siglo XIX, cinco generaciones de los Merino han dedicado su vida a la educación. Hasta 24 miembros de la familia —según contó El Pulpo— han sido o son docentes. “Llevaba en la sangre la idea de la enseñanza”, recuerda Ángel, quien siempre tuvo claro que su destino no estaba entre balances y cuentas, sino frente a una pizarra.

 Una saga que sigue en las aulas  

Su hija, Marta Isabel Merino, también abrazó la vocación familiar. Es profesora de latín y griego en el IES Jorge Manrique de Palencia, donde además conoció a su marido, también docente. Marta reivindica el valor de elegir con el corazón: “A lo mejor no quiero ser más rico, quiero ser más feliz”, afirma, en referencia a una sociedad que muchas veces valora más la rentabilidad económica que la vocación.

Panorama aéreo de Palencia al anochecer, España

Alamy Stock Photo

Panorama aéreo de Palencia al anochecer, España

La saga continúa con Mikel Pardiñas, miembro de la quinta generación, profesor de matemáticas y pareja de otra docente. “Lo llevamos en el ADN y nos encanta impartir clases”, asegura. Mikel reconoce, sin embargo, que aunque domina su asignatura, echa en falta más formación pedagógica para conectar mejor con sus alumnos: “Sabemos mucho de nuestros contenidos, pero igual no tanto de cómo tratar con adolescentes”.

El relato de la familia Merino no es solo un ejemplo de fidelidad a una tradición, sino también de amor por un oficio muchas veces infravalorado. A lo largo de 150 años, esta familia palentina ha dejado huella no solo en Castilla y León, sino también en comunidades como Madrid, Baleares, Valencia o Castilla-La Mancha. Y lo ha hecho con una frase que resume su espíritu: “La enseñanza la llevamos en la sangre y, si volviéramos a nacer, volveríamos a ser docentes”.

Exterior view of the Palencia Railway Station

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Exterior view of the Palencia Railway Station

En un mundo que cambia a velocidad de vértigo, historias como la de los Merino recuerdan que hay vocaciones que no se extinguen, sino que se transmiten de generación en generación. Para Ángel, el momento de dejar el banco fue también el inicio de una vida plena: “Cuando llegaba el final de las vacaciones no me importaba, porque iba donde quería estar: enseñando”.

Herrera en COPE

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