Alcohol y conducción, un binomio mortal, en 'Crimen y castigo'

El torero José Ortega Cano salió de la cárcel a los trece meses y medio con el tercer grado. Había sido condenado a dos años y medio por un delito de homicidio por imprudencia grave, contra la seguridad vial y por conducir bajo los efectos del alcohol. La noche del 28 de mayo de 2011 el vehículo del diestro había colisionado con el coche de Carlos Parra, provocando su muerte. En esta entrega de 'Crimen y castigo', alcohol y conducción, un binomio mortal.

Un 43,4% de los conductores fallecidos en accidentes de tráfico en 2018 había tomado alcohol, otras drogas o psicofármacos, según datos del Instituto Nacional de Toxicología. El porcentaje, no muy lejano a la mitad del total, se ha mantenido estable en los últimos años. Por tipo de sustancia, el alcohol ha sido siempre la más alta.

El alcohol, un tóxico que provoca muchas enfermedades

La doctora Carmen San Román, especializada en tratamiento de adicciones y terapeuta del Centro Médico AUPA, nos cuenta qué pasa cuando conducimos tras haber consumido alcohol. Son múltiples las consecuencias que tiene sobre nuestras capacidades su ingesta. Asimismo, incluso cuando no nos ponemos al volante, el alcohol es un tóxico que puede provocar múltiples patologías. La doctora San Román las enumera en el podcast que encabeza esta noticia.

Cuando el consumo de alcohol se convierte en la máxima prioridad de un individuo, es cuando ya ha aparecido la adicción a esta sustancia. La doctora San Román explica cómo es la terapia para combatirla. Suele ser de carácter ambulatorio, es decir, no hace falta ingresar en un centro en régimen cerrado y su duración, que varía según el individuo y la gravedad de la adicción, acostumbra a oscilar entre los seis y los doce meses.

Las consecuencias legales de conducir bebido

También hablamos con el abogado José Ramón Felipe Condés, que nos explica cuándo coger el coche habiendo bebido pasa de ser una infracción administrativa a un delito. De hecho, la cifra de 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, que constituye la frontera entre el ámbito administrativo y el penal, no es realmente inmóvil. Con una menor tasa, uno puede ser condenado por el delito de conducción bajo los efectos del alcohol si la autoridad pertinente documenta en el atestado la presencia de evidentes síntomas de embriaguez en el individuo. Asimismo, cuando se recibe una condena por haber cometido un delito de conducción bajo los efectos del alcohol y las drogas, no siempre se va a la cárcel. El abogado expone en esta entrega de 'Crimen y castigo' cuáles suelen ser las consecuencias según la casuística concreta.

Fue en diciembre de 2007 cuando se incluyó en el Código Penal la tasa de 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. Después de tantos años, este abogado asegura que todavía no ha calado suficientemente en la población para que se abstengan de ponerse al volante tras haber consumido alcohol.

La historia de Iván, muerto por un conductor borracho y drogado

Utilizar el coche estando borracho no solo puede acabar con la vida del que lo hace, sino con la de terceros que nada tienen que ver con sus hábitos. A Iván, con tan solo quince años, lo mató un conductor que había consumido alcohol y drogas, y circulaba a 135 km/h en pleno centro de Madrid. Puedes escuchar el testimonio de María José, su madre, en esta entrega del podcast.

El conductor fue condenado a cuatro años de cárcel por un delito de homicidio por imprudencia grave. Si no hubiese sido porque había consumido alcohol y drogas, Iván no hubiese muerto. María José lucha para que se modifique el Código Penal, y que un caso como este no sea considerado un accidente. Ve claro que existe -al menos- dolo eventual en el conductor, es decir, que aunque no pretendiese cometer este delito, era consciente de que su acción podía tener este resultado.

Crimen y castigo’ es el podcast de COPE que trata, en entregas monográficas, los temas más actuales relacionados con la delincuencia y todo tipo de conductas que resulten problemáticas socialmente. Lo hace en un formato dinámico, fresco, cercano, y con entrevistas a los implicados e intervenciones de expertos.

Más de Crimen y castigo

Los secretos de las empresas de ‘desokupación exprés’, al descubierto

Negociación y control de acceso Niegan vínculos con la ultraderecha Un presupuesto personalizado El deseo de las entidades sociales

Robos, estafas, okupaciones y accidentes: los riesgos que no debes correr cuando te vas de vacaciones

Las puertas de seguridad antiokupas, en expansión Los peligros de las WiFi públicas

Atracos, agresiones y amenazas: trabajadores nocturnos cuentan sus vivencias más duras en ‘Crimen y castigo’

Atracos, agresiones, amenazas, intimidaciones… Trabajar no siempre es fácil y, si se hace de noche, la oscuridad parece impregnar, a veces, las conductas de las personas. En esta entrega de ‘Crimen y castigo’ trabajadores nocturnos nos cuentan sus experiencias más duras.Empezamos escuchando a Paco, un taxista de Alicante que lleva treinta años en el oficio. El 28 de diciembre de 1991 es una fecha que no olvidará jamás. En esas fechas era joven e inexperto, y trabajaba de noche. Recogió a un cliente bien vestido, que no le despertaba ningún tipo de sospecha. Pero, como dice el tópico, las apariencias engañan.“Te quedas paralizado, impotente, sin saber qué hacer”En un momento determinado de la carrera, el cliente sacó un cuchillo jamonero y le exigió todo el dinero que llevaba encima. El delincuente salió del vehículo y se fue alejando a paso ligero pero sin correr. “Te quedas paralizado, impotente, sin saber qué hacer. En ese momento pensé en pasarle el coche por encima, porque me daba tiempo”, admite Paco. Sin embargo, descartó esa posibilidad: “Las personas normales no hacemos estas cosas”. Pero esa no fue la única ocasión en que se encontró con ese individuo… Descubre la historia completa escuchando el podcast que encabeza esta noticia.De Alicante nos vamos a Valencia y cambiamos el taxi por una ambulancia del Servicio de Asistencia Médica de Urgencias. Hablamos con un médico que se ha encontrado de todo sobre el terreno. En una ocasión, recibieron un aviso para acudir a una zona del área metropolitana de Valencia. Se había producido una reyerta con un arma de fuego y armas blancas. Había varios heridos. “Tuvimos la mala suerte de llegar minutos antes que la Policía”, lamenta el médico. Y describe la situación vivida sobre el terreno como un “caos”.“El estrés que pasamos esperando a las fuerzas de orden público fue increíble”, confiesa el doctor. Había muchísimas personas gritando e incluso zarandeando a los profesionales sanitarios. “Nos increpaba todo el mundo”, ya que todos pretendían que se prestara la atención médica a sus familiares en primer lugar, según cuenta el doctor.Y, a continuación, nos sumergimos en el subsuelo. Juan -nombre ficticio- es guardavías de Transportes Metropolitanos de Barcelona. Se dedica a recorrer los túneles del metro de la capital catalana cada noche entre la una y las cuatro de la madrugada, cuando ya se ha cortado la tensión, para comprobar que todo esté en perfecto estado para que el día siguiente los trenes circulen con normalidad. Pero, en la oscuridad de los túneles, Juan ha tenido más de un encontronazo con grafiteros.“Si te entrego yo a ti mi llave inglesa, ¿quién me dice a mí que no vayas a atizarme en la cabeza con ella?”Una vez se encontró con un grupo de cuatro. Suelen colarse a través de salidas de ventilación y acostumbran a ir equipados con botes de espray pero también rodillos y botes de pintura, escaleras y sierras para lograr acceder al recinto.Eran hombres con una edad de alrededor de la treintena y que llevaban pasamontañas. “¡Me rodearon y me tocaron!”, exclama Juan. Y agrega: “Me tocaron mis herramientas de trabajo y, si me las quitaban, a lo mejor me podían agredir. Ese fue el mayor de mis miedos. Si te entrego yo a ti mi llave inglesa, ¿quién me dice a mí que no vayas a atizarme en la cabeza con ella, por ejemplo?”. Fue precisamente por estos encuentros con grafiteros, que los profesionales del metro lucharon por realizar su trabajo en pareja. Y lo consiguieron.Pero no es necesario meterse a la boca del lobo para encontrar problemas. José Ferrandis, médico de urgencias en Canarias, cuenta lo difícil que resulta en ocasiones ejercer su trabajo en el centro médico. En una ocasión, un paciente que no presentaba ninguna causa de emergencia y que tuvo que esperar cuarenta minutos a ser atendido, entró a la consulta de Ferrandis chillando y profiriendo insultos. “Me decía a gritos que ya estaba bien de tocarse ‘las narices’”. El médico intentó tranquilizarlo pero el paciente siguió elevando el tono hasta el punto que se abalanzó encima del doctor. Este tuvo que escapar de la consulta. El paciente lo persiguió por los pasillos y Ferrandis se refugió en el office, donde el personal sanitario tiene la comida, el agua y el baño.“Me hacía gestos amenazantes: que me iba a cortar el cuello y a dar una paliza”“Me hacía gestos amenazantes: que me iba a cortar el cuello y a dar una paliza”, asevera el doctor. En ese momento estuvo “inspirado”, logró reconducir la situación y hacerle “poner los pies en el suelo”. Confiesa que dio por hecho que sería víctima de una agresión: “Vi muy claro que en ese momento me tocaba a mí, cuando ya les había tocado a otros compañeros. En este caso me libré pero soy la excepción”. El mismo paciente, cuando se calmó y recapacitó, le pidió perdón “diez veces”. Y para terminar esta entrega de ‘Crimen y castigo’ con un poco de buen sabor de boca. Nuestro médico valenciano nos cuenta cómo un día tuvo que tirar de ingenio para salvar la vida a un bebé recién nacido. ¡Usó un horno!Te invitamos a escuchar el podcast que encabeza esta noticia y a entrar en la sección de ‘Crimen y castigo’ para escuchar las versiones extendidas de las entrevistas, más historias de profesionales nocturnos en apuros, noticias relacionadas y otras entregas del podcast.

El auge de las patrullas cazacarteristas en el metro, en ‘Crimen y castigo’

A Angy le quitaron el móvil en el metro sin que se diera cuenta. Un smartphone que costaba más de mil euros y del que todavía le quedaban numerosos plazos por pagar. Esta experiencia la impulsó a ponerse en contacto con Eliana Guerrero, probablemente la cazacarteristas más conocida del metro de Barcelona. Y fue así como Angy pasó a formar parte de uno de los grupos que recorren el suburbano barcelonés para prevenir la actividad de los ladrones. En esta entrega de 'Crimen y castigo' analizamos el auge de las patrullas anticarteristas en el metro de Barcelona.‘Crimen y castigo’ es el podcast de COPE.es que trata, en entregas monográficas, los temas más actuales relacionados con la delincuencia y todo tipo de conductas que resulten problemáticas socialmente. Lo hace en un formato dinámico, fresco, cercano, y con entrevistas a los implicados e intervenciones de expertos.

Ver todos

Programas

Último boletín

12:00H | 23 DIC 2024 | BOLETÍN