El pánico que vivió el español preso por el Régimen de Maduro: “Era una película de terror”
Gonzalo relata el momento en el que los agentes bolivarianos le introdujeron en un sótano para interrogarle
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
El periodista madrileño Gonzalo Domínguez Loeda no olvidará jamás el 31 de enero de 2019. Se encontraba en Colombia, donde trabaja como corresponsal de la Agencia EFE en Sudamérica. Fue detenido junto a sus compañeros colombianos Mauren Barriga Vargas y Leonardo Muñoz, en la capital de Venezuela, Caracas, mientras cubrían las revueltas sociales que se estaban produciendo contra el Régimen de Nicolás Maduro.
Tras enviar una crónica y regresar al hotel donde se hospedaba, en el hall se presentaron unos agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional y detuvieron tanto a él y su compañera cámara. Por fortuna, fue liberado junto a sus compañeros un día más tarde, aunque las casi 24 horas que permaneció retenido, fueron los peores momentos de su vida: “Estuvimos toda la noche en el centro de detención ‘El Helicoide’ de Caracas, que además tiene una fama oscura, y por suerte no se extendió más tiempo, pero nos marcó a todos.”
Unos días antes detuvieron a un compañero, luego a un fotógrafo, y finalmente a Gonzalo y a su colega cámara. Viajaban como enviados especiales desde Bogotá: “Nos estaban esperando en el hotel, que era lo más impactante de todo. Nuestro compañero estaba desaparecido. Vinieron a por nosotros cinco uniformados con chaleco, pistolas y fusiles. La sorpresa fue mayúscula.”
Una vez les pararon, los agentes bolivarianos les comunicaron que tenían que trasladarles al ‘Helicoide’ para someterse a una entrevista, que realmente se trataba de un interrogatorio: “Nos metieron en unos sótanos del edificio donde tienen el clásico mural con los logos de la policía venezolana, y nos interrogaron durante horas. Nos hacían constantemente las mismas preguntas por si metíamos la pata o nos equivocábamos en alguna fecha. Nos reprochaban haber entrado de manera ilegal en Venezuela cuando no fue así. Trataban de mantenernos en tensión, acercaban su cara a la nuestra si te veían relajado, registraban nuestros móviles, fotos y vídeos… Pero al menos no hubo agresiones.”
Tras el interrogatorio, permanecieron en el centro de detención: En ‘El Helicoide’ nos tuvieron esposados, aunque no era una celda exactamente. Estuve 18 horas y tanto el fotógrafo como el conductor permanecieron casi 26 horas: “Era una especie de película de terror. El interior del edificio era una mole de hormigón que en un primer momento estaba pensado para ser un centro comercial, aunque luego se convirtió en el centro de operaciones del Régimen. No tiene ventanas, está muy degradado, sin apenas luz.”
En este espacio tenebroso reflexionaba durante casi un día entero Gonzalo. Solo podía pensar en cómo estaba viviendo estas horas tensas su familia desde España: “Cuando no sabes lo que puede ocurrir y no ves la luz… todo transcurre más lento. Pensaba en mi familia. Como antes que a mí detuvieron a mi amigo y compañero Leonardo, yo hablaba con su familia sobre lo ocurrido, e imaginaba que alguien estaba manteniendo con mi familia la misma conversación que yo tuve con la de Leonardo.”
“Me preocupaba cómo había recibido mi familia la noticia. Cómo tenía la tensión mi padre, si mi madre estaba en casa o fuera, sola o acompañada. No paraba de darle vueltas. Me preocupaba que en Google pusieran ‘El Helicoide’, que aparece como el centro de tortura de Maduro, por lo que podían imaginarse lo peor.”
Por suerte, la agonía concluyó pronto. Lo primero que hizo Gonzalo es contactar con la familia: “La alegría fue descomunal. Tenía la necesidad de darles un abrazo, pero estaban en Madrid. Sabía que algunos de mis mejores amigos estuvieron con ellos, mis tíos… aquello me tranquilizó.”
El momento de la liberación, relata Gonzalo, fue surrealista: “Nos trasladaron al centro de migración para deportarnos, pero finalmente optaron por dejarnos libres. Yo en un primer momento pensaba que se trataba de una estrategia psicológica para que confesáramos algo, que por otro lado no teníamos. Sin embargo, nos pidieron hasta perdón por el error que habían cometido. Incluso nos permitió seguir en Venezuela.”
Nuestro protagonista nos ha confesado que su intención no era volver a España en aquellos tensos instantes: “Mi compañera optó por marcharse, pero yo soy periodista, y estaba en el lugar que quería. Permanecí dos semanas más. Tengo intención de volver además. Al final, esto va en el sueldo. Es una contrapartida que hay que asumir. Pero intento que no condiciones mi día a día. Es una experiencia más en mi vida.”