Quinto susurro. Ya no puedo más

Rendirse a la evidencia de que ya no se puede más es el reconocimiento de nuestra limitación humana. A ninguno nos gusta sentirnos limitados de ninguna manera; no nos sentimos bien evidenciando nuestra fragilidad. Ante esta situación cabe sentirnos maleables, como la madera del sicomoro; o retorcernos como la madera del olivo. Da igual como nos sintamos porque, al final, la silueta de la cruz recortada en el horizonte tiene mucho que decirnos ya que, desde la encarnación del Hijo de Dios, no es justo echarle a Él la culpa de nuestros sufrimientos. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros


Madrid -

Más de Susurros de muerte y resurrección

Octavo susurro. María, ve y diles…

<p>Dice el Evangelio que Jes&uacute;s &laquo;los am&oacute; hasta el extremo&raquo;. Esto quiere decir que, al entregar su vida, Jes&uacute;s, les vino a confirmar que nunca morir&iacute;an para &Eacute;l. Tampoco nosotros. El Dios que resucita nos regala la Vida Eterna, el Cielo, el Para&iacute;so, o como queramos llamarlo. Ning&uacute;n m&eacute;rito nuestro ser&iacute;a capaz de conquistar ese destino. Accede a contenidos adicionales en: <a href="http://cope.es/susurros" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cope.es/susurros</a></p><p><br></p>

Séptimo susurro. Inma, estoy vivo

<p>En la resurrecci&oacute;n se da el abrazo personal con Dios; el abrazo &iacute;ntimo de Dios. Ese abrazo es la incorporaci&oacute;n definitiva a formar parte del rostro de Dios, de su imagen que es, verdaderamente, de d&oacute;nde venimos. Dec&iacute;a Teilhard de Chard&iacute;n: &laquo;En la eternidad &eacute;ramos; al nacer comenzamos a existir. Existir es ser en el tiempo. Y al morir dejamos de existir, pero no dejamos de ser. Somos seres espirituales que vivimos una aventura terrenal&raquo;. Accede a contenidos adicionales en: <a href="http://cope.es/susurros" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cope.es/susurros</a></p><p><br></p>

Sexto susurro. Abbá, abrázame

<p>Creer en Dios significa ser ateo de los falsos dioses; rebelarnos ante lo inmediato y fiarnos y confiarnos en lo que todav&iacute;a no vemos y, menos a&uacute;n, entendemos. Nuestra manera de acercarnos a Dios tiene que cambiar completamente. Creer en Dios es aceptar el desaf&iacute;o de sentirnos y sabernos salvados en esa cruz; es hora de borrar las im&aacute;genes infantiles de Dios que tanto da&ntilde;o han llegado a hacer. Accede a contenidos adicionales en: <a href="http://cope.es/susurros" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cope.es/susurros</a></p><p><br></p>

Cuarto susurro. Nuestra agua del pozo

<p>Todos tenemos un pozo donde el encuentro con Dios es &iacute;ntimo; donde nos da el agua de vida que nos transforma. Si no sabemos d&oacute;nde est&aacute; nuestro pozo habr&aacute; que descubrirlo porque, realmente, se trata de dejar que Dios nos contagie de alegr&iacute;a como en Can&aacute;; como a Mar&iacute;a junto al pozo donde se descubri&oacute; madre de su Hijo. El pozo debe ser un lugar importante en nuestra vida porque es el lugar para dejarnos inventar por Dios. Accede a contenidos adicionales en: <a href="http://cope.es/susurros" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cope.es/susurros</a></p>

Tercer susurro. Abbá, mis amigas

<p>Las mujeres en la vida de Jes&uacute;s de Nazaret le dijeron a Dios lo que les pasaba, convirtieron en oraci&oacute;n su preocupaci&oacute;n, su sufrimiento, su escucha, su vida al fin. Nunca recibieron estas mujeres una palabra de condena, ni una pregunta morbosa, ni un diagn&oacute;stico de locura, ni un juicio sumar&iacute;simo por parte de Jes&uacute;s. Al contrario, siempre cercan&iacute;a, conversaci&oacute;n amable, horizonte amplio, camino despejado, liberaci&oacute;n absoluta, vida nueva. Accede a contenidos adicionales en: <a href="http://cope.es/susurros" rel="noopener noreferrer" target="_blank">cope.es/susurros</a></p><p><br></p>

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