Carta del obispo de Huesca y Jaca: «En la vejez seguirán dando frutos»

Julián Ruiz Martorell reflexiona sobre el mensaje del Papa Francisco para la II Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores

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Redacción Religión

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El Papa Francisco, en su “Mensaje para la Segunda Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores”, escribe:

1) “El versículo del salmo 92 "en la vejez seguirán dando frutos" (v. 15) es una buena noticia, un verdadero "evangelio"”.

2) “La ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto”.

3) “La ancianidad, (…), no es una estación fácil de comprender, tampoco para nosotros que ya la estamos viviendo. A pesar de que llega después de un largo camino, ninguno nos ha preparado para afrontarla, y casi parece que nos tomara por sorpresa”.

4) “La consciencia de que las fuerzas declinan o la aparición de una enfermedad pueden poner en crisis nuestras certezas”.

5) “Pero el mismo salmo -que descubre la presencia del Señor en las diferentes estaciones de la existencia- nos invita a seguir esperando. Al llegar la vejez y las canas, Él seguirá dándonos vida y no dejará que seamos derrotados por el mal. Confiando en Él, encontraremos la fuerza para alabarlo cada vez más y descubriremos que envejecer no implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición!”.

6) “(…) debemos vigilar sobre nosotros mismos y aprender a llevar una ancianidad activa también desde el punto de vista espiritual”.

7) “La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro”.

8) “Uno de los frutos que estamos llamados a dar es el de proteger el mundo. "Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos"; pero hoy es el tiempo de tener sobre nuestras rodillas -con la ayuda concreta o al menos con la oración-, junto con los nuestros, a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que quizá huyen de la guerra o sufren por su causa”.

9) “Muchos de nosotros hemos madurado una sabia y humilde conciencia, que el mundo tanto necesita. No nos salvamos solos, la felicidad es un pan que se come juntos”.

10) “Pidamos a la Virgen, Madre de la Ternura, que nos haga a todos artífices de la revolución de la ternura, para liberar juntos al mundo de la sombra de la soledad y del demonio de la guerra”.

+ Julián Ruiz Martorell

Obispo de Huesca y Jaca

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