Carta del obispo de Lleida: «Modelos a imitar»

Salvador Giménez Valls propone las figuras de Juan el Bautista y María, como modelos a seguir. Dos personas dignas de admiración y de imitación, dice el obispo

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Mucha gente tiende a buscar en otras personas un modelo a imitar. Por su forma de vida, por su profesión, por sus éxitos abundan los famosos que son muy admirados. En todas las edades de la vida se puede dar esa admiración y ese intento de imitación. Niños, adolescentes y jóvenes contemplan cómo sus ídolos deportivos hablan, visten o sonríen para, a continuación, actuar como ellos. Adultos hay que, siguiendo mil programas televisivos, aprenden a comportarse como esos mismos tertulianos interesados en el dinero y en los insultos a los demás. Otros, con una sana envidia, admiran a quienes acumulan fortunas y dan lecciones de su comportamiento ante el poder y las finanzas. Algunos otros, por el contrario, se sienten atraídos por los que manifiestan sabiduría, experiencia profesional y dedicación a causas nobles que benefician a la sociedad. Todos a la búsqueda de un llamado “referente” que les ayude a vivir con más entusiasmo su existencia.

Recordad que el domingo pasado os comentaba que el concepto austeridad está muy presente en nuestro entorno. Nos hablan o nos exigen austeridad en todos los órdenes. Muchas familias quedan sorprendidas porque ya no pueden ser más austeras; les falta lo mínimo para vivir con dignidad. Desde luego no es lo mismo elegir la austeridad como norma de conducta motivada por una exigencia religiosa que aceptar la carencia de lo básico o la privación de los alimentos los hijos. En este sentido hoy propongo para todos los lectores unos modelos de actuación de unas personas concretas; especialmente me refiero para todos aquellos que, con la radical libertad que Dios nos regala, queremos seguir a Jesucristo y ayudar consecuentemente a nuestros semejantes.

En este segundo domingo de Adviento los católicos escuchamos en la Palabra de Dios que proclamamos en las celebraciones de la Eucaristía el proceder de dos personas dignas de admiración y de imitación: Juan el Bautista y, sobre todo, María de Nazaret, la Madre de Jesús. Sobre todo por la calidad de sus vidas y, en especial, por su manifiesta austeridad.

De Juan el Bautista se dice que “llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestres” (san Mateo), a esto san Marcos añade “Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias” y san Lucas se centra en la misión a él encomendada, “preparad el camino del Señor”. Son frases de los tres evangelistas que definen al precursor y que, en años sucesivos, la Iglesia lo pone a nuestra escucha. Siendo él tan admirado por las multitudes que le seguían, no les proponía una vida muelle sino la conversión al Cristo que ya llega y que predica la auténtica fraternidad y un modo de vida que prima a la persona por encima del dinero, del poder o del placer.

De María se habla poco en los evangelios. Ella también es muy parca en el hablar, “he aquí la esclava del Señor”, la ayuda a su prima Isabel, el canto del Magníficat (alabanza a Dios), “haced lo que Él os diga”. Podemos decir que emplea la austeridad en las palabras pero es muy rica en los actos y en las actitudes: acepta la voluntad de Dios, da a luz en un pesebre, sin morada huye a Egipto como una emigrante: se lamenta y recrimina ante la pérdida del Hijo en el templo, acompaña en silencio la predicación de Jesús y sufre lo indecible al pie de la cruz ante la muerte.

Son dos perfiles que impactan por su sencillez, por su humildad, por no ansiar alimentos u objetos, por no aspirar al poder sobre los otros… La austeridad de ambos puede ser una denuncia para nosotros en estos tiempos tan dados al consumo o al rechazo de la voluntad de Dios por carecer de lo necesario. Son dos modelos para que los imiten los cristianos. Y los creyentes, que los conocemos en demasía, los proponemos para todos los ciudadanos de hoy.

+ Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida