Carta del obispo de Segorbe-Castellón: «Corpus Christi»
Casimiro López reflexiona sobre la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo y recuerda que «en el sacramento eucarístico, el Señor se ha quedado para siempre entre nosotros»
Madrid - Publicado el
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Este domingo celebramos el Corpus Christi, la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este día convoca a los católicos a renovar nuestra fe en el sacramento eucarístico. La Eucaristía es el corazón de la Iglesia y el centro de la vida de todo cristiano y de toda comunidad cristiana. El Corpus nos invita a adorar al Señor, presente en la Eucaristía, a mostrarlo a los demás en nuestras calles y a configurar nuestra vida como una existencia eucarística.
En el sacramento eucarístico, el Señor se ha quedado para siempre entre nosotros para que contemplemos su amor supremo, participemos de este amor comulgando y nos dejemos transformar por él para ser sus testigos comprometidos en el mundo. Por ello, el día del Corpus celebramos también el Día de la Caridad. Cada celebración eucarística actualiza sacramentalmente la entrega de Jesús en la Cruz por nosotros y por todos los hombres, haciéndose pan partido “para la vida del mundo” (Jn 6,51). De ahí la estrecha relación que existe entre el misterio eucarístico y el servicio de la caridad.
La Eucaristía es fuente y escuela de la Caridad. La participación en la Eucaristía nos enseña y nos envía a ser testigos de la compasión de Dios por cada hermano nuestro. La unión con Cristo al comulgar su Cuerpo y su Sangre conlleva la comunión de nuestros sentimientos con los suyos. Esto nos impulsa a mirar a nuestros hermanos con los mismos ojos y con el mismo corazón de Jesús, amándolos también “hasta el extremo” de dar y de darse (Jn 13,1). “Somos lo que damos. Somos amor", es el lema de Cáritas diocesana para este año. La participación en la Eucaristía nos impulsa a hacernos, como Jesús, “pan partido” para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. En la Eucaristía el Señor nos invita a acercarnos con amor a los pobres y excluidos y nos dice como a los discípulos: “dadles vosotros de comer” (Mt 14,16). Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer indiferente ante quienes carecen del pan cotidiano. Por ello, la Eucaristía es fuente y al mismo tiempo exigencia de compromiso de los cristianos por la justicia y por transformar las estructuras injustas para restablecer el respeto por la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.
La Eucaristía sin la caridad se convierte en un culto vacío, denunciado tantas veces en la Sagrada Escritura. Pero también la caridad sin la Eucaristía se convierte en mera acción social, en pura filantropía. En este día del Corpus Christi pedimos al Señor que nos conceda unas manos generosas para compartir nuestros bienes, aún los necesarios, con nuestros hermanos necesitados. Le pedimos también que nos conceda un corazón capaz de conmoverse ante los pobres y los que sufren.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón