Carta pastoral del obispo Demetrio Fernández: Nuestra indiferencia los condena al olvido
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Vuelven los días más intensos de la Campaña contra el Hambre en el mundo, que promueve Manos Unidas, la ONG católica para el desarrollo integral de los pueblos más pobres. En realidad, se trata de un trabajo de todo el año, porque Manos Unidas no duerme ni reposa, pero en estos días más intensamente llega hasta nuestros corazones para moverlos a la caridad cristiana.
Toda acción cristiana de caridad incluye los tres aspectos esenciales, la oración, el ayuno y la limosna. No se trata de dar un donativo por muy grande que sea. Si no brota de aquí lo único que consigue es engordar las cifras finales, pero no contribuiría al desarrollo integral de las personas y de los pueblos.
Manos Unidas nos invita a la oración para entrar en la órbita de la fe, donde descubrimos la hondura de la dignidad de cada persona, donde nos percatamos del plan de Dios que quiere el desarrollo de los pueblos. La oración nos hace ver con perspectiva amplia la gravedad de las injusticias continuamente cometidas contra las personas y los pueblos. El clamor de los pobres llega a Dios, y es Dios quien nos mueve a hacer justicia con los pobres de la tierra.
De ahí viene el ayuno. Manos Unidas nos invita al ayuno voluntario. El ayuno consiste en privarnos de tantas cosas que nos sobran, e incluso de otras que son necesarias, para compartirlas por amor con aquellos que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir. Vivimos en la sociedad de la abundancia, del consumo, del derroche. Mirar a nuestros hermanos de países en desarrollo nos golpea la conciencia y nos saca de nuestra indiferencia. Solo por esto ya Manos Unidas nos hace un gran favor: recordarnos continuamente que el tener no nos hace felices, más aún que el tener demasiado nos asfixia. Manos Unidas no solo me invita a privarme de un plato de comida, sino a privarme de un gasto superfluo, me invita a ayunar para ayudar a otros.
Y de la oración y del ayuno brotará la caridad generosa. Seamos generosos en esta Campaña de Manos Unidas, que nos recuerda que “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. Cuando uno tiene recursos se olvida de quien no los tiene. Cuando uno vive en la abundancia se embota en el amor a quienes le rodean. Una sociedad como la nuestra nos alimenta el individualismo, nos encierra en nosotros mismos, nos hace indiferentes ante las necesidades ajenas.
El pasado jueves 27 enero 2022 resonó en todo el mundo la noticia de que René Robert (86 años), fotógrafo del flamenco, había muerto en una calle de París, porque salió a pasear, cayó al suelo y murió por hipotermia después de nueve horas en que pasaron delante de él cientos de personas indiferentes. “Asesinado por la indiferencia” han sido los titulares. Esto puede suceder en Paris y en cualquiera de nuestras ciudades anónimas, donde cada uno va a lo suyo.
Son muchas las necesidades de nuestros contemporáneos, y no podemos remediarlas todas. Con la Campaña de Manos Unidas no se pretende eso, se pretende más bien despertar las conciencias del letargo del individualismo y de la indiferencia para salir al encuentro de nuestros hermanos necesitados, de cerca y de lejos.
Agradezco una vez más a Manos Unidas y a todos los voluntarios que trabajan en esta organización de la Iglesia Católica su dedicación a lo largo de todo el año en favor de los más pobres de la tierra. Nos hacen un gran servicio poniéndonos delante de los ojos las necesidades de los pobres, que nos muevan a conversión y a solidaridad cristiana.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández,
Obispo de Córdoba