El misionero español en Belén que emocionó a una primera dama
Este misionero español tiene 70 años, lleva 48 en Belén -Israel- y se define cariñosamente como "Guardián de Jesús"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hay un lugar en el mundo donde puedes acertar si felicitas la Navidad cualquier día del año. Ese lugar es la ciudad de Belén. La tradición judeocristiana cuenta que Jesús nació allí hace más de 2.000 años. Desde entonces, todos los días son Navidad y Belén es un lugar de peregrinación para los creyentes de todas las confesiones. Allí se encuentra la Basílica de la Natividad. En su interior, se dice que se encuentra el lugar exacto del Nacimiento de Jesús: la Gruta de la Natividad.
Religión COPE ha hablado con el fraile franciscano que es "Guardián del Niño Jesús" en Belén desde hace dos años. Es Artemio Vítores, un español de 70 años, de Palencia. Conoce muy bien la Navidad: su historia, su significado, sus detalles y su sentido. Lo primero que asegura es que "Belén es un lugar que toca el corazón". Él se considera afortunado por vivir esa experiencia todos los días. Y es que, cada día, los hermanos franciscanos preparan una peregrinación a la Gruta de la Natividad.
Este hecho, el Nacimiento de un Niño, que aseguraban que era Hijo de Dios y "Mesías" ha salido de este pequeño pueblo y llegado a todo el mundo. Sin embargo, hay algo más importante en lo que fijarse, matiza Artemio. "La mejor noticia de la Navidad es que María hace a Jesús, a Dios, nuestro hermano. Lo puedes besar, abrazar y tocar. No hacen falta grandes explicaciones".
El franciscano, que lleva 48 años en Jerusalén, cuenta el Nacimiento de Jesús desde otra perspectiva. Nos pone en los ojos de los judíos del tiempo de la Navidad para darnos algunas claves. Es un relato que conoce bien. Lo ha hecho durante 10 años para 85.000 peregrinos. Hoy lo hace para los lectores de Religión COPE.
¿Cuál es el motivo por el que María da a luz a Jesús en un portal? ¿Es verdad que "no había sitio para ellos"?
Artemio afirma que, cuando María y José fueron a hacer el censo que había ordenado el Imperio Romano, se alojaron en casa de un amigo o conocido. Concretamente, lo hicieron en el piso de arriba de la casa. Junto a ellos, había otras familias. Convivían en esa planta hombres, mujeres y niños. Cuando María sintió que se acercaba el momento del alumbramiento, surge un problema que "quizás nosotros no lo entendamos, pero para los judíos era fundamental", según el fraile.
"Según los judíos, cuando una mujer daba a luz, quedaba contaminada por 40 días. De ahí la fiesta de la Purificación de María. Pero no solo se contaminaba la mujer, si no todos los que estuvieran cerca de ella. Durante ese tiempo, si te contaminabas, no podías entrar a la sinagoga ni al templo", explica el franciscano.
Esa es la razón por la que María y José se marchan de esa casa, para evitar a quienes estaban con ellos esa situación de impureza. También es el motivo para que no los quieran recibir en ningun otro lugar. Por eso "solo encuentran sitio con los animales y Todo lo más grande del mundo, nace en lo más pobre posible". Artemio se emociona al recordar ese momento, que él vive cada día: "Como no tenía una cuna para dejar al Niño, lo deja en un pesebre. Tampoco una silla para sentarse, y María descansa en una piedra. A ese trozo de piedra se le llama la Silla de María".
¿Qué significa que los pastores sean los primeros en ver a Jesús? ¿Quiénes eran realmente los pastores?
La Belén de hoy ha cambiado mucho respecto a donde llegaron la Virgen María y San José a hacer el censo por orden del Imperio Romano. El detalle que más se nota es el muro que el gobierno israelí ha construido y que rodea la ciudad. Más allá de esos muros, estarían los pastores con sus rebaños en tiempos de la Navidad.
El relato del Evangelio dice que ellos fueron los primeros en ir a adorar al Niño Jesús. Artemio Vitores nos desvela por qué es tan curioso que esto sucediera así. Por lo visto, nosotros vemos de forma diferente a los pastores a como los veían los judíos de la época.
"Los judíos decían de los pastores que eran casi unos sinvergüenzas. Los judíos los criticaban porque no se aseaban, los acusaban de ladrones de ovejas y, sobre todo, receleban de ellos porque no iban a la sinagoga por atender a sus rebaños. Por eso, para los judíos, ellos no podían ser testigos de la fe". Artemio nos dice que Jesús, hasta cuando nace, ha venido a cambiar las cosas porque "con Jesús, ¿quiénes son los primeros en ver al Niño? Los que eran considerados unos sinvergüenzas".
El momento que hizo llorar a una primera dama
Artemio nos lleva de un polo al opuesto. De la humildad de los pastores a la visita de los presidentes y altos cargos de muchos países a la Basílica y a la Gruta. Esa es una de las tareas de las que se encarga. Ha acompañado a muchos de ellos a ese punto que para él es tan importante en los dos años que acumula en Belén. De hecho, confiesa que "solo se me ha escapado Donald Trump".
El religioso nos ha regalado una enseñanza de Navidad, que obtiene de una anécdota:
"Vinieron a verme y a conocer los Lugares Santos el presidente de Bosnia, su esposa, su hijo y tres mujeres. Yo les expliqué todo este relato y le dije a la esposa del presidente que se sentase en la Silla de María. Le dije: "Imagínese ese momento, y que hoy María le está pidiendo que cuide usted un momento del Niño". Y se puso a llorar", recuerda.
La enseñanza que nos manda Artemio es que "es inútil celebrar la Navidad con bombos y platillos, si no ha nacido Jesús en mí".
Una comunidad de frailes de 43 países en medio del conflicto palestino-israelí
Artemio es superior de una comunidad de 17 frailes y 12 aspirantes. En su casa se habla africano, español, inglés, árabe, latín o portugués, entre otros idiomas. Y eso que aún están esperando a los postulantes a fraile franciscano que están en Siria e Irak y no pueden trasladarse todavía. Eso completa una comunidad de 43 nacionalidades e inspira una reflexión en Artemio. "Si somos capaces de convivir frailes de 43 naciones, ¿cómo es posible que israelitas y palestinos no puedan convivir?".
El fraile español subraya que ellos se encuentran fuera de peligro. Lo dice un Artemio que ha vivido allí ocho guerras y dos intifadas. De hecho, nos pone un ejemplo de una costumbre que tiene. "Siempre me ha gustado caminar. Voy andando muchas veces del convento al muro, unos cinco kilómetros y medio, y vuelvo, y no me ha pasado nada".
Sobrevivir con una sonrisa y algo de turrón
¿Cuál podría ser el remedio a la tensión? "A pesar de todo, vivir con una sonrisa", responde. Así es como él ha conquistado la amistad de los guardias musulmanes que velan por la seguridad en la Basílica. Con una sonrisa y con algún turrón que les trae de vez en cuando. "Un día me preguntaron: '¿Por qué somos tan amigos tuyos?' Entonces, les puse las manos en los hombros y les dije: 'Muy fácil, porque muchas veces os saludo con una sonrisa'".
Artemio también reconoce que ha podido hablar, y se puede hablar, del conflicto con judíos y palestinos a la vez. Ambos se entienden en una conversación. Eso sí, admite que "el fundamentalismo es lo peor que existe aquí" para solucionar las cosas. Así se despide. Le está esperando el Niño.