Una virgen consagrada a Jesús, entre las 100 mujeres más influyentes para la BBC

Junto a activistas, empresarias o mujeres del mundo de la cultura aparece el nombre de Jessica, una profesora que es virgen consagrada, "esposa de Jesús"

JOE ROMIE/TODAY'S CATHOLIC

Pablo Valentín-Gamazo

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La lista de las 100 mujeres más influyentes para la BBC de 2018 es un recopilatorio de "heroínas de la vida diaria". Activistas o lideresas de entre 15 y 94 años de 60 países distintos figuran en esta lista. La empresaria nigeriana Abisoye Ajayi-Akinfolarin encabeza esta lista por su ONG que enseña recursos informáticos a otras mujeres. Junto a ella, otras mujeres dedicadas al mundo de la empresa, el activismo, la cultura yen el puesto 40, figura el nombre de Jessica Hayes...una virgen consagrada a Jesús.  

Esta mujer norteamericana de 41 años es una virgen consagrada a Jesús. ¿Esto que quiere decir? Las vírgenes consagradas son una vocación más dentro de la vida de la Iglesia. Consiste en entregar la propia vida para ser "esposa de Cristo"

¿Cómo "se casa" una virgen consagrada con Cristo? 

Jessica lo decidió hace 6 años. En 2013 se decidió a dar este paso y dos años después "se casó" con Jesús. La Iglesia estaba llena de gente: familiares y amigos asistían a la boda de Jessica con Jesús. Ella llevaba su vestido de novia, su velo y acabó con el anillo de compromiso en el dedo al acabar la ceremonia

Su decisión de tomar como esposo a Jesús implica vivir el voto de castidad durante toda la vida. Es decir, renunciar por amor a Dios a mantener toda clase de relación romántica o sexual. 

Esta decisión ha provocado que muchas veces le hayan preguntado: "Pero, ¿estás casada de verdad?". Jessica ha contado a la BBC que siempre suele responder con una explicación muy sencilla: "soy como una religiosa, con el mismo compromiso con Cristo, pero que vive en el mundo, no en comunidad en un convento".  

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 ¿No es una monja? 

Jessica no es una monja. De hecho, es profesora del colegio en el que estudió en Fort Wayne, Indiana. "He sido profesora durante 18 años y sigo enseñando en el mismo colegio al que fui", afirma. Confiesa que esta vocación es a la que se ha sentido llamada. "Antes de mi consagración, me di cuenta de que no compartía la llamada a la vida en comunidad que llevan las monjas, en una congregación religiosa, o con un apostolado concreto (forma de trabajo o evangelización) como suelen tener".

Cuando sale de clase, la mayor parte de su tiempo lo dedica a la oración y a hacer penitencia. Informa de sus progresos en su vocación al obispo y mantiene encuentros regulares de dirección espiritual. Sin embargo, no se trata de una vida aislada en su casa. De hecho, es al contrario: vive como una persona normal, pero con una forma de vida especial.

"Vivo en un vecindario y formo parte de la parroquia que está a poco más de 3 kilómetros de mi casa. Estoy disponible para ayudar a mi familia y a mis amigos y, además de eso, soy profesora. Estoy acompañado por gente durante el día, pero vivo en todo lo que hago como una forma especial de consagración a Dios", explica.

Con todos los hombres que hay en el mundo, ¿por qué casarse con Jesús? 

Además de por ser Dios hecho Hombre, ¿por qué "casarse" con Él? Jessica ha tenido parejas en el pasado, pero asegura que nunca la han hecho sentirse completa. "Pensaba que estaba llamada a la vida matrimonial con un hombre, es un deseo muy natural para la persona. Por eso, tuve novios, pero nunca fue nada serio", afirma. 

Jessica tiene que matizar un poco más para que se termine de entender lo que ha hecho. "Todos los novios que tuve eran buenas personas, pero con ninguno me sentí llamada a una relación más profunda ni que eso fuese lo mejor para mí", precisa. 

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Ser virgen y esposa de Cristo en un mundo hipersexualizado

Jessica reconoce que su vida sí ha cambiado desde que dio el "sí quiero". "A pesar de la consagración, sigo teniendo las mismas responsabilidades que tenía antes, pero es muy diferente relacionarte con Dios como esposo que como amigo", dice. 

De hecho, vivir en una sociedad donde la sexualidad se tiene en tan alta estima, supone un desafío para ella y para todas las vírgenes. Sin embargo, no es el más duro. "Yo pienso que lo más duro es no sentirse comprendida, como si nuestra elección se viera como algo contra-cultural".

Tanto es así, que muchas veces ha tenido que soportar comentarios como "Oh, entonces eres como una soltera". En esos casos, vuelve a explicar que se encuentra casada con Dios y que lo que hace es regalarle a Él su vida entera, en cuerpo y alma. 

Como Jessica, más de 250 vírgenes consagradas en Estados Unidos y alrededor de 4.000 en el mundo

Jessica comparte esta opción de vida con más de 250 mujeres en todo Estados Unidos, según los datos de la Asociación de Vírgenes Consagradas de Estados Unidos (USACV) Enfermeras, psicólogas, empresarias e incluso bomberas tienen en común con Jessica que también han decidido tener a Jesús por esposo.

A diferencia de las monjas, las vírgenes consagradas no viven en clausura en sus comunidades, ni visten ropa identificativa de su vocación. Ellas trabajan y se mantienen a sí mismas, como unas ciudadanas más. 

Una vocación que se está recuperando en la Iglesia

La vocación de ser virgen consagrada perdió fuerza en la Edad Media por el auge de la vida monástica. Uno de sus mayores hitos fue en el año 1971, cuando se publicó el documento vaticano Odro consecrationis virginum, con el que se reconocía la virginidad perpetua de la mujer como un estado de vida voluntario dentro de la Iglesia

Jessica comparte la impresión de El Vaticano de que las vocaciones a la vida consagrada van a crecer. Ella tiene una teoría: "Quizás las vocaciones estén creciendo porque hay una necesidad en la gente de vivir en un compromiso radical con Dios, ese compromiso radical es lo que la Iglesia necesita"

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