La "familia numerosa" de Jorge, el cura que vive la fraternidad acogiendo en su casa a migrantes y drogadictos

El mensaje del sacerdote, desde su parroquia en el barrio de Hortaleza de Madrid, es "de solidaridad y de amor hacia los demás": "No concibo otra forma de vivir más que esta"

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Santiago Tedeschi PradesLucía Para

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La vida de Jorge de Dompablo, desde hace 30 años, se basa en compartir su casa con los más necesitados, con los excluidos. Su hogar es marcado por el calor de la vida compartida en fraternidad, esa palabra que tanto gusta ahora a Papa Francisco. En ella acoge a toxicómanos e inmigrantes.

Jorge proviene de una familia religiosa, tiene 14 hermanos, y es justo en su familia donde descubrió su vocación religiosa y la necesitad de entregarse a los demás, ser solidario y compartir lo que tenia con los más necesitados. Pasó su vida en Carabanchel, en la zona de Los Cármenes y tuvo vivencias complicadas “por la familia, por el barrio en el que vivía y por la situación social en la que pasó mi juventud”.

Jorge cuenta en Aleluya que en el seminario descubrió dos tipos de curas muy diferentes: “Uno de mi pueblo y otro de Madrid. Me atrajeron con mucha fuerza, el uno muy espiritual y el otro muy social. Eso me llevó a descubrir el seminario, que era muy abierto: vivíamos en comunidades en barrios, con unos profesores de aquel tiempo, de una sensibilidad social muy fuerte”, ha explicado el sacerdote.

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En la casa podemos hablar con uno de los chicos que acoger Jorge. Se trata de Clement, salió de Ghana en búsqueda de un futuro mejor. Hizo un viaje muy largo y duro para poder llegar a tierra española con tan solo 16 años. Caminando, con autobuses y cruzando ríos hasta llegar a Senegal y desde allí coger una patera para venir a España.

“Hacer el viaje depende de cada familia. Es una decisión que tomé de pequeño”, ha explicado el joven.

“Al llegar a Senegal fue un camino duro, pero después venía lo peor”, ha confesado Clement. Él y sus amigos salieron de Ghana pensando que iban a encontrar trabajo en Senegal. Para poder entrar en la patera y hacer el viaje había que pagar, pero no tenían dinero. “Algunas familias mandan dinero para pagar los viajes, que son carísimos. A parte, hay estafadores que te cogen el dinero y te dejan tirado”, ha explicado.

Tuvo que dejar de estar con ese grupo de amigos, aunque tuvo la suerte de encontrarse con un señor de Ghana, que llevaba muchos años haciendo negocio en Senegal. “Me preguntó que qué sabía hacer y si podía trabajar con él”, ha manifestado. Él tenía personas que trabajan en el mar, pero Kofi no lo había visto nunca, por lo tanto, no sabía nadar: “Estuve ayudándole en todo lo que podía hasta que un día me comentó el viaje de Senegal a España. Fue una alegría, no pensaba que podía ganar ese dinero para venir”, ha subrayado.

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Otro de los chicos que acoge Jorge es a Jeanho Sanka, senegalés que vivió una verdadera odisea para llegar a nuestro país en patera: “De Senegal llegué a Mali, luego a Níger y finalmente de Libia a Italia, donde estuve tres meses”, explica en Aleluya el joven inmigrante.

El día que cruzó Libia fue la primera vez que vislumbró el mar. Sintió mucho miedo ante la posibilidad de morir en el intento. Pero, como asegura, “hay que creer”. La seguridad en el bote brillaba por su ausencia: “Era consciente de que podía morir en cualquier momento”.

La experiencia fue extremadamente dura. La travesía de Senegal a Libia se prolongó por un periodo de dos meses. Desde Níger a Italia, otro mes. Lo peor, apunta, fue atravesar el desierto africano sin apenas comida y bebida: “Apenas nos podíamos mover. Entre todos teníamos que compartir lo que teníamos”.

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Jorge está orgulloso de la familia que está formando. En el fondo, su misión ha sido siempre la de acoger inmigrantes y drogadictos que lo necesitan. “Me aportan una humanidad enorme, de entrega, cariño, comprensión y una espiritualidad tanto desde los cristianos como de los musulmanes”, ha manifestado el cura.

Desde su alegría, Dios le pedía esta misión: “No concibo otra forma de vivir más que esta. Lo tengo clarísimo. Dios habla, y habla por medio de las personas, cosas y experiencia de vida que vas teniendo”, ha explicado el sacerdote Jorge.

Desde su fe y desde el Evangelio, el sacerdote Jorge, pide que seamos solidarios unos con otros. “Estar muy bien es fruto de un estilo de vida, y de compartir tu vida con personas. Aunque hay algunos que no salen hacia delante, cuando vas viendo vidas perdidas que se van encontrado y que van teniendo caminos de futuro, te renueva la vida constantemente”, ha confesado. Su mensaje es "de solidaridad y de amor hacia los demás".

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