El obispo de Almería reivindica la cruz como marca de identidad de nuestra historia “que no podemos ignorar"

El prelado ha recordado, en su última carta pastoral, que "España es un país cristiano tanto por su génesis como por su historia"

El obispo de Almería reivindica la cruz como marca de identidad de nuestra historia “que no podemos ignorar"

Redacción Religión

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El obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha recordado, en su última carta pastoral, que “la Virgen del Pilar Madre de España, desde su trono mira, guarda y vela nuestra Nación”.

“España es un país cristiano tanto por su génesis como por su historia, pero el cristianismo se está erosionando, no porque el Estado haya dejado de ser confesional, acorde con los tiempos en que la libertad de religión cualifica y da identidad a una sociedad democrática como la nuestra” ha añadido al principio de su carta pastoral. Para él, “el cristianismo se está erosionando porque no acertamos a transmitir la fe en las condiciones de la sociedad actual, un déficit de los cristianos”.

Pero no solo expone estas causas sino también la “agresiva crítica de la religión en gran medida obsoleta, pero que algunos con poder y medios de comunicación sistemáticamente presentan como realidad insoportable para una mente emancipada. Si los prejuicios de la izquierda cultural española representan un hecho persistente, la derecha no puede ser definida por su fervor cristiano, entregada a un liberalismo indiferente y envuelta en un traje de modernidad que la lleva a compartir núcleos de difícil conciliación con el cristianismo”.

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"Un pasado dramático que nunca debe volver"

De esta manera, el obispo mostró que “entre los prejuicios culturales de una izquierda sin reconciliar con la religión está la valoración negativa de la historia de España, que la cultura que se autocalifica de progresista se empeña en travestir una y otra vez” y que se manifiesta en “la constante disolución de las fiestas patronales cristianas a lo largo y ancho de la geografía, transformadas en mera cultura, donde el significado religioso se diluye progresivamente”.

Mons. González también advirtió de “la manipulación sectaria de la memoria histórica del pasado inmediato” que pretende hacer creer a las jóvenes generaciones “que el enfrentamiento civil del pasado siglo entre españoles fue cosa de buenos unos y malos otros, lo cual significa pretender que se olvide interesadamente que hubo errores y aciertos en las dos visiones de España que la Transición ayudó a reconciliar, movidos unos y otros por la cruda experiencia de los hechos de un pasado dramático que nunca debe volver”.

Ante esta situación, el Prelado pidió a la Virgen del Pilar “que ayude a todos los españoles a ver con verdad nuestra reciente historia”. “Lo hacemos conscientes del fervor mariano de millones de españoles que han vivido y viven la fe en Cristo de la mano de la Virgen Madre del Redentor del mundo”, subrayó.

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"Todas las víctimas de la guerra reclaman un recordatorio digno"

Y recordó que San Juan Pablo II habló de España como “tierra de María” y Benedicto XVI señaló los peligros “que se ciernen sobre España y su futuro, y nos alentó convencido de que la fe cristiana de los españoles tiene en la Virgen María un dique protector contra los males que pueden venirnos encima”. En ese sentido, el Obispo de Almería subrayó que “todas las víctimas de la guerra reclaman un recordatorio digno y la paz de los muertos que ya están en las manos de Dios” por eso subrayó que “hay que reclamar este recordatorio para todas las víctimas, por cuyo eterno descanso los cristianos oramos con fe esperanzada en la resurrección de Cristo. No sólo hay víctimas preteridas de unos y no de otros, sino de todos”.

“Los mártires que venimos beatificando estaban también en pozos de cal viva y en las cunetas de los caminos, muchos fueron homenajeados y llevados al campo santo después de la guerra civil, pero otros siguen en lugares ignotos que desconocemos. Un signo trágico de una España dividida que está llamada a encontrar paz a la sombra de la cruz de Cristo”, aseguró.

El Obispo también aseguró que “la cruz constituye una marca de identidad de nuestra historia que no podemos ignorar ni soportar que se nos imponga su supresión sin rechistar, porque los españoles somos todavía mayoritariamente cristianos” y “la cruz es una marca que no es posible silenciar, como es la pretensión de derribar cambiando de significado a la Cruz del Valle, donde reposan víctimas amadas por unos y otros españoles, víctimas que murieron enfrentadas y ahora reposan en un mismo lugar santo que acoge sus restos”.

E insistió en que “no podemos ceder a la tentación de creer que tener la cota de los derribos de los signos religiosos es un recordatorio de la democracia. Esta tentación no puede hacernos perder la inteligencia y caer en la ensoñación de que destruir el signo de la cruz a cuya sombra se experimenta el alcance purificador de la sangre de Cristo pueda augurar una sociedad reconciliada”.

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"Abrirse a la plural convivencia del cristianismo con las religiones no cristianas"

El obispo subrayó que “los católicos españoles no tenemos nostalgia ninguna de un «nacional catolicismo” del que algunos abominan al mismo tiempo que pregonan la bondad de una visión laicista que nos abrazara a todos”. Sin embargo, el Prelado explica que “abominar del pasado nacional católico sin mayor espíritu crítico es desconocer de qué forma las naciones europeas han estado vinculadas confesionalmente a las distintas configuraciones sociales del cristianismo occidental, porque las Iglesias orientales han sido todas por tradición Iglesias nacionales”.

Y muestra que de igual manera ha habido en otras naciones un “nacional anglicanismo” y un “nacional luteranismo”, que también han requerido a su tiempo “abrirse a la plural convivencia de las confesiones cristianas; y hoy, abrirse además a la plural convivencia del cristianismo con las religiones no cristianas”.

También pidió a la Virgen del Pilar “en cuyo día España arribó a las playas del Nuevo Mundo y dio comienzo una historia de mestizaje, con luces y sombras, muchas más luces que sombras, que no podemos dilapidar abrazando ideologías de autodestrucción de nuestra propia identidad histórica”.