Asamblea sinodal: Trabajar juntos "no es que ellos hagan y yo diga" sino "discernir por el bien común"

Rafael Romero Ochando, delegado de Juventud y vicerrector del seminario menor de la diócesis de Córdoba valora en Ecclesia algunos de los puntos de la síntesis final

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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“Recibí el proceso sinodal con alegría y con expectativa. Esta invitación del Papa Francisco a caminar y a participar espero que dé mucho fruto”. Así lo explica el sacerdote cordobés Rafael Romero Ochando, delegado de Juventud junto a otro compañero sacerdote y vicerrector del seminario menor de la diócesis de Córdoba.

No obstante, reconoce que “ojalá se hubiera escuchado aún a muchas más personas que por un motivo u otro, tal vez no se han podido escuchar”.

La pastoral familiar y los jóvenes

El sacerdote ha reclamado que esto ha hecho que la pastoral familiar “no haya salido más reforzada en la síntesis, ya que es precisamente la Iglesia doméstica. Las familias tienen mucho que aportar y mucho que decir”.

Después de la asamblea sinodal, su deseo es que “todos se sigan sintiendo escuchados. Particularmente, creo que la escucha siempre ha sido algo constante y he tenido la gran suerte de que yo siempre me he sentido así”. De la misma forma, asegura que “siempre me han dejado participar y tengo la experiencia de trabajar codo a codo con los jóvenes”.

Cuando se refiere a trabajar, matiza: “Eso no significa que ellos hagan y yo diga, sino que lo hemos hecho juntos por el bien de otros jóvenes, por el bien común”. Por eso mismo, también ha echado de menos “que fueran los jóvenes los que hubieran hablado y participado más en este proceso”. Además, subraya que cuando se refiere a “jóvenes” no solo se hace alusión a “los jóvenes laicos, sino a los jóvenes sacerdotes y a los jóvenes consagrados, que los hay, y que creo que es necesario que se les escuche, se les tome en serio y se nos permita renovar siempre qué es lo que se nos pide”.

La riqueza de la Iglesia española

Por último, afirma, que algo que le ha sorprendido en esta asamblea final “es la riqueza que tiene España”. Viendo este trabajo conclusivo “viendo la diferencias, se palpa que somos «un país puente», nuestras diócesis, comunidades pueden llegar a caminar juntos cada vez más, buscando formas de hacerlo, lo que nos va a ayudar a enriquecernos muchísimo más”.

Rafael no se olvida de dar las gracias por este proceso, “que me ha permitido, no solo este 11 de junio, sino durante todo el proceso en mi propia diócesis, experimentar y escuchar. Solo pido a Dios que nos dé inteligencia para que no hagamos decir al Espíritu lo que queremos, sino que permitamos al Espíritu que sea el que nos diga lo que realmente quiere de cada uno de nosotros”.

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