Así se convirtió al catolicismo la hija de Stalin
Un documento escrito por Stálina y que descubrió la escritora Monika Zgustova en una librería de Nueva York, narra cómo era su vida en el seno familiar
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Se llamaba Svetlana Iósifovna Stálina y era la única hija de Stalin. La hija de 'el' dicatador comunista que gobernó la unión Soviética de 1941 a 1953. La niña creció en una familia donde hablar de Dios era poco viable, por no decir imposible. Pero a raíz de las vueltas que da la vida llegó su conversión.
Nuestra protagonista en esta historia, que nos cuenta John Burger en el portal Aleteia, nació en el año 1936. En un documento hallado se asegura que “los primeros 36 años que he vivido en el estado ateo de Rusia no han sido del todo sin Dios. Sin embargo habíamos sido educados por padres ateos, por una escuela secularizada, por toda nuestra sociedad profundamente materialista. De Dios no se hablaba.”
Pero como en todas las familias, siempre están presentes los segundos padres, esas personas que en muchas ocasiones no se les da la importancia necesaria. Los abuelos.
La infancia de la hija de un dictador
Como se puede leer en Aleteia. “Mi abuela paterna, Ekaterina Djugashvili, era una campesina casi analfabeta, quedo viuda muy joven pero que fomentaba la confianza en Dios y en la Iglesia. Piadosa y trabajadora, soñaba con convertir a su hijo superviviente, mi padre, en sacerdote”.
Una ilusión que, que se quedó en un sueño que jamás se llegó a materializar.
El documento en el que Svetlana relata su vida, afirma que “mi abuela materna, Olga Allilouieva, nos hablaba gustosamente de Dios: de ella hemos escuchado por primera vez por primera vez palabras como 'alma' y 'Dios'. Para ella Dios y el alma eran los fundamentos de la vida”.
El cambio en su vida
Una de las cosas que cambiaron la vida de la única hija del líder soviético fue “cuando mi hermano murió, mi hijo de 18 años estaba muy enfermo. No quería ir al hospital, a pesar de la insistencia del doctor. Por primera vez en mi vida, a los 36 años, pedí a Dios que lo curara. No conocía ninguna oración, ni siquiera el Padre Nuestro, pero Dios que es bueno, no podía dejar de escucharme”, matiza.
De una manera sorprendente, “me escuchó, lo sabía. Después de la curación, un sentimiento intenso de la presencia de Dios me invadió”. Este fue el detonante que llevó a Svetlana a pedir “a algunos amigos bautizados que me acompañaran a la iglesia. Dios no sólo me ayudó a encontrarlo, sino a darme mayores gracias”.
Esta necesidad de Dios hizo que el 20 de mayo de 1962, fuese bautizada. “Tuve el gozo de conocer a Cristo, aunque ignorase toda la doctrina cristiana”.
Como menciona la historia, Svetlana huyó del país soviético ayudada por la CIA en 1967. Tras 36 años viviendo en el ateísmo, se marchó mudándose a América, donde pudo rehacer su vida, se puso en contacto con otros católicos, recorrió el mundo... “Me liberaba y progresaba en mi carrera de escritora itinerante. Así, en verdad, fui llevada en los brazos de la Virgen María a quien no tenía la costumbre de invocar.”
El lunes 28 de noviembre de 2011 la prensa internacional se hacia eco de la muerte de Svetlana Iósifovna Stálina, la única hija de Stalin ocurrida el 22 de noviembre, en un asilo en Wisconsin.