Así es el día a día de Mari Luz, una misionera "todoterreno" en África
Mari Luz es carmelita misionera desde hace 20 años. Lleva 10 en Costa de Marfil, ha estado en El Congo y se prepara para partir a Camerún en octubre
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Son las 5:00 h. de la mañana en Sakassou, Costa de Marfil. A esa hora amanece Mari Luz Saldaña, de cerca de 40 años, cada día. Lo primero, una ducha fría y un rato de oración. Después, misa en la única parroquia, e iglesia católica, del pueblo. Tras el desayuno y ya con casi tres horas en pie, comienza el día de trabajo en el centro de salud que dirige y administra. Atender a los enfermos es sólo una parte de las labores de esta misionera carmelita lleva a cabo desde hace 10 años en el país africano y cuenta en su testimonio a la Diócesis de Palencia.
EL VIH y la Úlcera de Buruli son dos de las enfermades a las que se enfrenta cada jornada esta religiosa originaria de Revenga de Campos, Palencia. Sobre la 13:30 h. o las 14:00 h. se va a comer con su comunidad. Tras un pequeño momento de descanso, se vuelven a poner manos a la obra, aunque "ya desde casa", como cuenta en la entrevista.
El "día normal" de Mari Luz continúa. La atención pastoral, a los jóvenes, la formación o las reuniones de la comunidad llenan sus tardes hasta el anochecer. En ese momento, se reúnen de nuevo para rezar, cenar e irse a dormir. Esa es una jornada "normal", pero lleva más de 20 años de misionera.
Una "todoterreno" de las misiones en África
Actualmente, está en Costa de Marfil, pero ha pisado otros países en su misión. "Mi primera misión fue en 1998 en la República Democrática del Congo, otra misión rural, Bunkeya, donde viví otros 11 años", recuerda. Partirá el próximo mes de octubre a su siguiente destino va a ser una antigua leprosería en Douala, Camerún.
Cuando llegó a Costa de Marfil, relata que se encontró con "un pueblo abierto, acogedor, muy alegre y con un buen humor... me encuentro una comunidad con muchos deseos de acogerme donde hemos ido haciendo un camino de inserción". El primer año, eran sólo cuatro hermanas españolas. Tras 10 años, "somos dos hermanas españolas, una de Camerún y cuatro jóvenes africanas en su proceso de formación" (dos de República Democrática del Congo, una de Camerún, y una de Burkina Faso)
La "mochila" de una misionera
Después de 21 años como misionera, su mochila está llena de experiencias. Las más duras han sido la falta de medios de comunicación o "la atención a casos urgentes que había que operar en condiciones extremadamente difíciles y precarias". En esos contextos, sí recuerda "la mano del Señor se hacía siempre presente para salir adelante y salvar las vidas de muchos enfermos". La inseguridad, los controles y barreras de “militares” en los caminos y rutas hasta la ciudad han sido otros obstáculos que ha tenido que sortear.
También, las ha habido y muy gratificantes, explica. En concreto, son "las sonrisas y la acogida de la gente, especialmente ¡de los niños!". Más aún, "¡La recuperación de un caso muy complicado de un niño que tuvimos que operarlo hasta tres veces! Una enseñanza más es "la sencillez y la alegría de la gente y el saber estar “despreocupado”, que te ayudan a relativizar 'mis preocupaciones cotidianas”'".
Desde joven, decidida a darlo todo por todos
La vocación de Mari Luz nace con 21 años. Descubrió que "quería dar mi vida por los demás... Jesús, me fue descubriendo que no era suficiente dar un poco de mi tiempo por los demás, ni incluso unos años de mi vida".
Ella tenía como plan inicial "ir de voluntaria a un país de misión como futura médico". Sin embargo, Jesús quería un poco más. "Me llamaba a dar mi vida entera por ÉL, porque me amaba, y eso suponía entregarme enteramente a ÉL y al servicio de los demás", afirma.
Por esta razón, se decidió por ser misionera y, además, religiosa. Después de un tiempo de discernimiento, asegura que el Señor le enseñó dónde la quería: como hermana Carmelita Misionera. "Así inicie mi camino a los 23 años".
Lo que transmite esta misionera carmelita de su experiencia es "el sentido gozoso-alegre de la vida, la actitud de acogida-hospitalidad y la dimensión creyente del pueblo marfileño".