"No llevemos a los mayores hacia los márgenes de la vida"

José Antonio Varela Vidal, diácono y periodista, reflexiona en el mensaje de la Jornada de los Abuelos, que busca restituirles un lugar en la sociedad

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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No se debe aludir con tibieza a la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, a celebrarse este domingo 23 de julio. Sino por el contrario, se trata de «primerear» en las parroquias y comunidades, con el mismo impulso y decisión que le viene dando el Papa Francisco a este día, desde que lo instituyó en el año 2011.

Su identificación con la realidad de los ancianos ha marcado su pontificado, habiendo alertado más de una vez del peligro de que los mayores sean absorbidos por la voraz «cultura del descarte», que los ve como seres desechables, intrascendentes...

Últimos que sean primeros

El cuidado y promoción de la «Vida ascendente», como bien se le llama ahora a la «Tercera edad», le brinda al cristiano la certeza de que el plan de Dios pasa de unos a otros, mediante una transmisión natural de conocimientos, fe religiosa y convivencia social.

Es por ello, que el mensaje del Santo Padre de este año resalta como lema, el encuentro de la joven María con su anciana prima Isabel, rescatando aquel versículo del Magníficat: «Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc. 1,50). Podemos leer con Francisco, que «El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo, entre generaciones distintas». Y que es gracias a los mayores, que nos apropiamos del «don de pertenecer a una historia más grande».

Legado para la juventud

Vemos cómo los abuelos y mayores han conservado la memoria de la fe, la adhesión a principios sólidos y un determinado tipo de convivencia civilizada. Todo esto lo han hecho sobrevivir, aún frente a regímenes agresivos y dictaduras, las cuales no han impedido siquiera que le enseñen a hacer la señal de la cruz —a veces a escondidas— a sus hijos y nietos, vecinos y alumnos...

A los jóvenes —a veces presas de la inmediatez— Francisco les recuerda que, «la amistad con una persona anciana ayuda al joven a no reducir la vida al presente» sino que este debe acoger de los mayores, lo que él llama «un pasado necesario, para construir el futuro».

Ante esta certeza, Francisco invitó a los jóvenes peregrinos a que, antes de viajar a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud de agosto próximo, se encuentren con sus abuelos, o hagan una visita a un anciano que esté solo. Y así, juntos, puedan orar, abrazarse o reír de nuevo, con la misma anécdota que les contarán los mayores una y otra vez...

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