El papel imprescindible de los medios de comunicación: Los obispos reconocen esta labor “por el bien de todos"

Este 29 de mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

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Redacción Religión

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El papel imprescindible de la comunicación para la vida plena: Hay una buena noticia que debe ser comunicada y conocida para el bien de todos”, así lo recuerdan los obispos de la Comisión de Medios para las Comunicaciones Sociales.

Este 29 de mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, este año bajo el lema «Escuchar con los oídos del corazón».

Hablar y escuchar

«Se comunica de verdad cuando se escucha de corazón» es el título que encabeza el Mensaje de los obispos para esta Jornada en el que implican a todos en el papel de comunicar. «Todos compartimos esa misión, de un modo o de otro, porque vivir en relación es vivir en comunicación y es verdad que, solo por estar juntos, ya se produce un caudal de comunicación importante«, señalan.

A la vez que reclaman para esta comunicación la importancia tanto de hablar como de escuchar: «no se comunica quien sólo escucha, ni comunica quien sólo habla. De hecho, se precisan mutuamente; para escuchar es preciso que alguien hable, que alguien transmita, pero para hablar con fundamento es preciso antes haber escuchado. Sólo así se produce el diálogo que vivifica la sociedad y la hace crecer»

La escucha sinodal, referente para la sociedad

También en este contexto de «la escucha» situan el proceso sinodal. Y puntualizan, «no solo la escucha de quienes participan en la vida de la Iglesia, de los que son miembros, o de los que reciben su ayuda sino, más allá, la escucha de todos». Una escucha «con corazón abierto para encontrar en esas palabras los signos de los tiempos y la acción del Espíritu que quiere renovar la faz de la tierra».

Los obispos de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones sociales, además, invitan a unirse a lo toda la sociedad: «las organizaciones políticas y sociales, los debates parlamentarios, las relaciones internacionales pueden aprender de este camino sinodal que hace de la escucha y del discernimiento una cultura nueva para un tiempo nuevo». Pues «la propuesta de la Iglesia es, más que nunca, una escucha con el corazón que cuando habla no insulta, no calumnia, no engaña, no manipula, no viene a imponer ni a traicionar, sino que viene a aportar su grano de arena en la construcción del bien común», añaden.

A quién escuchar

En esta propuesta de la Iglesia para escuchar con el corazón, los obispos señalan «dos lugares imprescindibles: la escucha de Dios y la escucha de los tiempos, de la sociedad en que vivimos». Y aclaran, «la escucha de Dios no solo sostiene la vida personal, la ilumina, le da horizonte y sentido, la llena de esperanza y de futuro».

Mientas que «mirar el mundo, escucharlo con los oídos del corazón, lleva inevitablemente a poner en el centro a los que sufren, a quienes están solos, a los enfermos, a los tristes. Una escucha con el corazón no puede dejar pasar el dolor humano, lo acoge y lo acompaña».

En este sentido precisan que «en el mundo de la comunicación esta escucha se hace muy importante. Los comunicadores tienen como misión dar a conocer el sufrimiento para que pueda ser atendido. Por eso su lugar está tantas veces con los desfavorecidos y, en algunos casos, eso cuesta la vida».

Una escucha agradecida

La última parte de este mensaje se dedica a agradecer «con el corazón la escucha de aquellos comunicadores que, en el ejercicio de la profesión, también han escuchado con el corazón. Son aquellos que ofrecen un periodismo sin prejuicios, un periodismo que escucha con sinceridad la verdad, que se asoma a la vida cotidiana de las personas, que escucha la voz de la justicia que se hace presente en tantos acontecimientos y que, a través de ellos, es ofrecida y conocida».

Y también a recordar «con igual agradecimiento a todos aquellos muertos por comunicar, por ejercer la noble e imprescindible profesión del periodista, en Ucrania, en México y en los muchos conflictos olvidados de este mundo».