Pepe Vacas, Medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”: “Puedo gritar que el Señor ha hecho conmigo maravillas”
El responsable de la Pastoral Gitana de Córdoba ha sido condecorado con la más alta condecoración vaticana a un laico y afirma que quedó totalmente asombrado"
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Hay historias de vida que merecen ser contadas, y esta es una de ellas. Cordobés de nacimiento, José Vacas es un hombre profundamente cristiano y su vocación como evangelizador viene muy de lejos. Pepe, como se le conoce coloquialmente, es una de las referencias a nivel nacional de la Pastoral Gitana. Tal es su calado en este colectivo que se le ha condecorado con la Medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”, la más alta condecoración vaticana a un laico, por su servicio durante toda su vida. Este distintivo fue solicitado por el ex obispo de la Pastoral Gitana, Xavier Novell. El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, también dio su informe favorable al recabar la información necesaria sobre el que se considera una de las piezas fundamentales de esta Pastoral desde su fundación.
Pepe Vacas se introdujo en el mundo de la Iglesia en el inicio de los años setenta. Tras participar en los Cursillos de Cristiandad, sintió una fuerte vocación como cristiano y como evangelizador. Estamos hablando de un hombre con mucho carisma, muy fuerte y vehemente en sus puntos de vista, algo que le caracteriza.
Su gran talento musical le llevó a formar un grupo llamado “La Murga”, que cantaba música espiritual con un toque aflamencado, dada su procedencia cordobesa y gitana. Con este grupo musical estuvieron más de veinte años amenizando Eucaristías, romerías e infinidad de celebraciones religiosas. Allá donde se les llamaba iban y cantaban.
En sus inicios llegó a pertenecer al Secretariado Gitano, pero ahí estuvo poco tiempo. Se trataban temas de índole social y eso es algo que no le llamaba. Pepe Vacas siempre ha sido un hombre movido por la evangelización y poco a poco comenzó a realizar reuniones con grupos de gitanos en Córdoba. Así fue dándole forma a lo que más adelante se constituiría como Pastoral Gitana.
Como explica el propio protagonista “hace 55 años que empezó todo”. Pepe Vacas afirma que “durante todo este tiempo el Señor me ha llevado por muchos caminos, desde la Pastoral Gitana hasta los Cursillos de Cristiandad, pasando por la adoración nocturna al Santísimo”. En el año 1997 el hoy arzobispo de Granada, Javier Martínez, constituyó la Pastoral Gitana en Córdoba. Este tuvo a bien confiar el cargo a nuestro protagonista, que confiesa que “hemos tenido nuestros altibajos, pero siempre con mucho trabajo y sufrimiento”.
"Durante este tiempo nos hemos venido reuniendo cada domingo celebrando la misa y charlando. He entregado mi vida plena, porque cuesta mucho mantener esa emoción de la pastoral cada domingo. La espiritualidad es lo que me ha movido durante toda mi vida”, relata Vacas.
El Tío Pepe, como se le conoce dentro de su colectivo, es un hombre muy querido a nivel local y también nacional. Es uno de los miembros más antiguos, más queridos y más carismáticos. Podríamos hablar del gitano mayor de referencia para la comunidad gitana católica española. Sobre esto explica que “si de palabra dices una cosa y de formas dices otra, no concuerda. Siempre he tratado a la gente con amor y cordialidad. No es que yo me jacte de ello, pero creo que soy un apóstol del Señor y que el Señor me escogió hace 55 años y me ha llevado por muchos caminos. Yo no soy un santo pero he tratado de serlo”.
Su encuentro con el Papa Francisco
En octubre del año 2015, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a un gran número de gitanos de todo el mundo. En esa ocasión Pepe Vacas fue el elegido para representar a los cristianos españoles y pudo estar en primera fila en incluso saludar personalmente al Santo Padre, algo que fue “muy emocionante”, como detalla él mismo. Córdoba fue la delegación de Pastoral Gitana que más personas aportó, con un total de 41.
Su reacción al conocer la condecoración
Pepe expresa que “quedé totalmente asombrado, porque soy el único gitano en el mundo que tiene la condecoración. Yo he tratado toda mi vida ser buena persona y buen cristiano, aunque algunas veces haya metido la pata. Cada tarde voy a mi parroquia y no paro de preguntarle al Señor. La respuesta es que me deje llevar. Dicen las Sagradas Escrituras que nada se hace realidad si el Señor no lo permite. Yo no lo entiendo, pero si el Señor lo ha permitido, aquí estoy yo para recibirlo con alegría y responsabilidad. Ahora estas cosas tienen que reflejarse en mi vida”.
“Sin la fuerza y la ayuda del señor no lo podría haber conseguido. Tengo que estar junto a Dios, no hay otra forma. Soy un gitano humilde que no tuvo la oportunidad de acceder a la escuela ni a la universidad. Pero puedo gritar que el Señor ha hecho conmigo maravillas. Mi vida es Dios y en él me refugio”, concluye.