Un año sin luz en la Cañada Real: "Tendrá graves consecuencias en los procesos emocionales y vitales"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"A largo plazo tendrá graves consecuencias en sus procesos formativos, emocionales y vitales". Así lo ha lamentado Cáritas Madrid en el día en que se cumple un año sin luz en la Cañada Real.
Y es que entre la pandemia y la falta de luz ya son cerca de dos años de vivir una situación inhumana en la Cañada Real. De esta forma, Cáritas expone que "sólo en el sector 6 viven más de 1.211 menores que no pueden darse una ducha caliente ni estudiar con luz".
En octubre de 2020, la Cañada se apagó
El pasado de 2 octubre de 2020 el barrio de la Cañada se apagó. Ya durante el confinamiento se evidenciaban las carencias estructurales del territorio, fundamentalmente del sector 6, donde existen zonas con escasa conectividad, tanto de acceso a Internet como de cobertura de telefonía, por lo que cientos de menores apenas pudieron tener contacto durante meses con su centro educativo. "Lejos de solucionarse, el apagón solo empeoró la situación, explican desde Cáritas Madrid.
"Donde antes había un problema de conectividad ahora lo había -lo hay- también de falta de iluminación, frío, imposibilidad de tener agua caliente para cumplir unos mínimos de aseo personal y, con ello, la vergüenza de ir al colegio en esas condiciones", lamentan.
"Vivir sin luz ha supuesto para mí perder la esperanza"
Cáritas Diocesana de Madrid recoge el testimonio de una joven que explica como toda su vida se ha sentido "diferente al resto de mis amigos y compañeros, los cuales no vivían en la Cañada".
Pero por aquel entonces "aún sentía que tenía cosas en común con ellos: por ejemplo, un hogar en el que me gustaba estar". Todo eso cambia el día en el que se va la luz, "el día en el cual volver a casa te supone un agobio, y el día en el cual te das cuenta de que no vas a tener una vida igual que el resto. Vivir sin luz ha supuesto para mí perder la esperanza de poder tener una vida como el resto de las personas".
Tristeza, desesperación, impotencia, sensación de abandono, frustración y, por desgracia, resignación, son algunas de las sensaciones que las familias están experimentando. Son sensaciones que se ven reflejadas en sus caras y en su lucha desesperada en un combate contra el frío que está perdido de antemano. Porque el frío irá a más, y sus fuerzas a menos. Por eso, Cáritas, no "ha cerrado ese compromiso" y sigue apoyando a estas familias.
"La Cañada Real, sobre todo en los sectores en los que la precariedad y la falta de respeto a los derechos humanos es la norma, constituye un baldón para la dignidad de cualquiera". Con estas palabras, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, presentó el pasado 28 de enero el informe con el que la Comisión Diocesana de Justicia y Paz ilustra "la actualidad y al dramatismo de la situación que padecen los habitantes de La Cañada Real Galiana".
A la luz de este informe, el cardenal pidió que "no nos acostumbremos jamás al sufrimiento evitable que provoca la inequidad y la maldad humana cuando busca el beneficio a toda costa". Osoro, además, hizo un llamamiento expreso a la Comunidad de Madrid, al ayuntamiento, a la delegación del Gobierno y a Naturgy para que pongan solución a "un problema humanitario de primer orden" sin "escudarse en la complejidad legal de esta situación".
Una situación que no es de ahora y que el cardenal achacó en gran medida a la falta de actuaciones e "inhibición durante mucho tiempo", sumado a la despreocupación social por unas personas que "no marcan nuestras agendas". La actual falta de luz y el frío de este invierno no hacen más que agravar esta "situación insostenible". El arzobispo de Madrid, tajante, denunció que "esto no puede seguir así". "Es un insulto a la carne de Cristo en todas las personas que malviven en unas condiciones inasumibles".