Aupetit, arzobispo de París: En los 80, las mujeres no llevaban velo "y eran tan musulmanas como las de hoy"

A sus tareas habituales como obispo se ha añadido desde el pasado mes de abril el seguimiento de las obras de Notre Dame, que aún no han empezado

Michel Aupetit, arzobispo de París

Asunción Serena

Publicado el - Actualizado

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Michel Aupetit, arzobispo de París tiene fama de hablar con claridad y sin rodeos. Así hace con un grupo de corresponsales extranjeros a los que ha invitado a desayunar. Los temas que surgen sobre la mesa son numerosos: la reconstrucción de Notre-Dame y los 15.000 euros de alquiler que quiere cobrarle el ayuntamiento para instalar una catedral efímera en la plaza; el uso del velo musulmán que puede ser "signo de fragilidad", igual que ocurre a veces con la sotana; la condena del cardenal Barbarin que ha sido "el cabeza de turco" por la mala gestión de los abusos sexuales en la Iglesia; o la censura que se va instalando "suavemente" en Francia. 

NOTRE-DAME SERÁ COMO ERA

Michel Aupetit quería ser médico rural, pero desde hace dos años es arzobispo de París. Tuvo tiempo para acabar sus estudios y trabajar como médico en las afueras de la capital durante unos quince años, hasta que cerca de los 40, recibió la llamada al sacerdocio. 

A sus tareas habituales como obispo se ha añadido desde el pasado mes de abril el seguimiento de las obras de Notre Dame, que en realidad todavía no han empezado, ni saben cuando comenzarán: "En junio de 2020 tendremos un diagnóstico preciso. Sabremos cuáles son los peligros todavía presentes, cuánto tiempo van a durar las obras, y cuanto van a costar", asegura Aupetit.

Todavía están en la fase de consolidación. Ahí siguen las 500 toneladas de andamios que quedaron soldados por el fuego entorno a la flecha de Violet-le-Duc, y estudian piedra a piedra para ver hasta qué punto se han disgregado.

Al parecer todo el mundo está prácticamente de acuerdo en que la catedral se reconstruirá como era, incluso que el techo será también de madera porque los forestales dicen que hay robles suficientes, y los artesanos disponen de indicaciones precisas para reproducirlo. "Todo lo que hemos oído sobre el tejado son fantasmas de arquitectos. Nosotros no hemos pedido nada y el gobierno, a quien pertenece el edificio, no tiene ganas de ese tipo de experimentos".

Otra cosa es el tema de la flecha. "Para mí es algo subalterno. Yo no voy a celebrar la eucaristía sobre la flecha. Lo que me interesa es que la catedral sea lo que es. Si la flecha es idéntica, muy bien. Si quieren algo distinto, mientras sea respetuoso y no demasiado rococó, también".

DONATIVOS

Necesitan el dinero, y mucho. Ya han gastado 36 millones de euros, y calculan que en junio habrán gastado 85 sin siquiera haber empezado la reconstrucción.

Las promesas que se hicieron los días posteriores al incendio se han ido concretando: "Todo el mundo se ha comprometido y han firmado convenciones. Junto a los pequeños donadores están los grandes, instituciones como el Consejo Regional de Ile de France, o el rey de Marruecos, por ejemplo que también ha dado una suma importante. Tenemos 350.000 donadores y cada semana llegan 140 nuevos". 

También el ayuntamiento de París ofreció graciosamente que utilizaran la plaza frente a Notre-Dame para levantar una catedral efímera durante el tiempo que duren las obras pero ahora, pasada la emoción, les piden 15.000 euros al mes de alquiler. "Es algo que he oído decir a algunos, aunque no a la alcaldesa. No sé si es verdad, afirma el arzobispo, me sorprendería que lo fuera". 

Sobre la polémica en torno a la contaminación de plomo que llevó a un parón de las obras, recuerda que desde el principio se tomaron las medidas adecuadas. Luego la Inspección de trabajo ha pedido más precauciones, pero los obreros se someten a análisis de sangre todas las semanas y no se ha detectado ningún nivel de plomo patológico. "No se puede decir que no hayamos sido diligentes. Si luego hay gente que no tiene ganas de que se reconstruya… Siempre hay ajustes de cuentas políticos detrás de estos asuntos". 

LAICIDAD Y POLEMICA SOBRE EL VELO MUSULMAN

Michel Aupetit no pierde su optimismo ante el proceso de descristianización de hoy. "Francia ya ha sido descristianizado otras veces, tras la guerra de religiones, y con la revolución francesa. Se trata de que la Iglesia reencuentre lo que ha perdido". 

Durante la reciente Asamblea de Obispos celebrada en Lourdes han trabajado con jóvenes muy implicados en el tema de la ecología, aunque lejos de la fe. "Tienen entre 20 y 30 años. Viven en una sociedad individualista, dura, y la ecología les permite comprender que hay una responsabilidad colectiva. Como el cristianismo es una relación personal, de amistad con Dios, y eso se traduce en que hay que compartir con otros, estar abierto a los demás, podemos mostrarles que se trata de algo más profundo que salvaguardar algo, nosotros pensamos en la salvación".

A los que no entienden la laicidad a la francesa, recuerda que la ley no surgió para impedir la religión "sino para permitir que cada cual practique la suya, y no está prohibido practicarla en público a condición de que no se perturbe el orden público". Ha visto a muchos musulmanes que piensan que la laicidad es la prohibición de hablar de Dios, "por eso meten a sus hijos en colegios católicos, pero esa impresión que tienen no es justa"

Eso no impide que de forma recurrente se avive en Francia la polémica en torno al uso del velo musulmán. Aupetit recuerda que cuando en los años 80 trabajaba como médico había una mayor mezcla social y las mujeres musulmanas no llevaban velo. "Y eran tan musulmanas como las de hoy". Hoy lo ve como  "una señal de fragilidad", que compara con la necesidad que sienten algunos de sus jóvenes sacerdotes  de llevar sotana "para expresar con un signo su identidad". 

Sin embargo alerta sobre las consecuencias que tendrá el prohibir el velo porque "van a acabar enviando a cada uno a su casa". La generación de terroristas es en parte el resultado de "querer imponer las cosas por la fuerza".  No tiene recetas milagro, pero apuesta por buscar puntos de encuentro a través de las parroquias u otros lugares como las rotondas ocupadas este año por los chalecos amarillos, que se han convertido en lugares de fraternidad; y sobre todo por ayudar a los jóvenes a adquirir la propia estima en lugar de depender de la mirada de los otros. 

"Hoy el laicismo es también sectarismo", asegura Aupetit que recuerda que es un tema que conoce bien porque uno de sus abuelos era comunista anticlerical "hasta la médula" y el otro radical socialista. "Vi bien cómo podían ser sectarios. Gracias a Dios en mi familia las mujeres eran más inteligentes y yo supe hacia donde mirar".

UNA CENSURA QUE SE INSTALA

El arzobispo de París ha intervenido estas semanas en el debate político para decir lo que piensa de la nueva ley de bioética. Emmanuel Macron había preconizado un debate sereno, y los  diputados han consultado a numerosos expertos. Muchos de ellos han dado su parecer contra la  procreación asistida para mujeres solteras o en pareja con otra mujer, como la Academia de Medicina que ha presentado sus argumentos pero la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, los ha despachado de un plumazo diciendo que estaban "anticuados". 

En definitiva, "han celebrado unos Estados Generales para simular que daban la palabra, como han hecho con los chalecos amarillos. No nos impiden hablar, simplemente desacreditan después nuestra palabra, esa es la censura".  Una censura "que se va instalando suavemente" en la sociedad francesa, como se ha visto recientemente con la anulación de una conferencia de la filósofa Sylviane Agacinski, que mantiene posturas contrarias a la procreación asistida y los vientres de alquiler, y que fue anulada porque la Universidad de Burdeos había recibido amenazas.

FONDO PARA VICTIMAS DE ABUSOS SEXUALES

Los obispos franceses han celebrado este mes su Asamblea Plenaria en Lourdes. El tema central ha sido la ecología, pero también han tratado de nuevo los abusos sexuales en la Iglesia, los trabajos de la comisión independiente que aprobaron hace un año, y la creación de un fondo para ofrecer una suma global de dinero a cada una de las víctimas. "Son ellas las que nos han pedido que se realizara un gesto, sobre todo para aquellas para las que los hechos están prescritos. Porque decirles que vamos a rezar por ellos está claro que no es suficiente". El fondo se creará con el dinero que dé la gente personalmente, empezando por los propios obispos. "Estamos muy contentos y orgullosos de tener en la Iglesia una madre Teresa o un Juan Pablo II, pero cuando se trata de aquellos que hacen las cosas mal, cada cual debe pensar si se siente impactado o no". 

El arzobispo de París ha firmado un protocolo con el fiscal, como hacen hospitales y colegios, para formalizar lo que ya se hace  en el proceso de recogida de testimonios que siguen llegando por abusos cometidos, en su mayoría, hace 40 ó 50 años. 

De este escándalo que ha sacudido a la Iglesia, Aupetit considera que el cardenal Barbarin "ha servido de cabeza de turco", aunque admite que ha provocado que se tomen las medidas adecuadas. 

EL CELIBATO DE SACERDOTES

Otro tema candente, el Sínodo para la Amazonía, emblemático del mensaje del papa Francisco que quiere salvar la casa común que es destruida allí en nombre del capitalismo y de intereses particulares. "Luego la gente se queda con lo que divierte a la galería, el tema del matrimonio de los sacerdotes, pero lo esencial era el respeto de la cultura de ese pueblo y su preservación". 

Aupetit no elude el tema. "La ordenación de hombres casados ya existe", pero lo principal es saber si los que se van a ordenar "están dispuestos o no a dar todo". Por eso considera necesario que se plantee abiertamente la cuestión del celibato en los seminarios. "No hay que engañar a la gente y decirle, no te preocupes, va a ser fácil. No lo será necesariamente. Como tampoco es más fácil estar casado y ser fiel".

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