Francisco llama a los fieles a "sorprendernos por Jesús para volver a vivir" en la Misa de Domingo de Ramos

La Misa, que ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro del Vaticano, es la primera celebración del Santo Padre en la Semana Santa de 2021

Vuelve a ver la Santa Misa del Domingo de Ramos presidida por el Papa Francisco

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Ya puedes revivir la Santa Misa del Domingo de Ramos con el que se da inicio a una Semana Santa que, como ya sucedió en 2020, está marcada por las restricciones a las que obliga la evolución de la pandemia.

El Papa Francisco ha presidido esta misa desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, con el objetivo de acompañar a los fieles a celebrar la entrada de Jesús a Jerusalén. Durante su homilía, el Santo Padre ha animado a los fieles a mirar al Crucificado y dejarse sorprender por Jesús para así "volver a vivir". Y es que tal y como ha recordado el Pontífice, la grandeza de la vida no está en el tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados por Dios.

En este día “pidamos la gracia del estupor”. Fue la exhortación del Papa Francisco en su homilía en la Misa de la Conmemoración del ingreso del Señor Jesús a Jerusalén, en este Domingo de Ramos de 2021. La liturgia, comenzó diciendo el el sucesor de San Pedro, “suscita cada año en nosotros un sentimiento de asombro”, pues “pasamos de la alegría que supone acoger a Jesús que entra en Jerusalén, al dolor de verlo condenado a muerte”. Se trata de un sentimiento “que nos acompañará toda la Semana Santa”.

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Vuelve a ver la Santa Misa de Domingo de Ramos del Papa Francisco desde el Vaticano

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Es necesario pasar de la admiración al asombro

Recordando el ingreso de Jesús a Jerusalén, en un humilde burrito, mientras en cambio la gente esperaba con solemnidad para la Pascua “al libertador poderoso” y celebrar la victoria sobre los romanos “con la espada”, Francisco planteó un interrogante: “¿Qué le sucedió a aquella gente, que en pocos días pasó de aclamar con hosannas a Jesús a gritar ‘crucifícalo’?” Y explicó:

En realidad, aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. Admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse sorprender por Él. El asombro es distinto de la simple admiración. La admiración puede ser mundana, porque busca los gustos y las expectativas de cada uno; en cambio, el asombro permanece abierto al otro, a su novedad.

El Papa señaló que también hoy hay muchos que admiran a Jesús, pero que, sin embargo “sus vidas no cambian”. Esto porque “admirar a Jesús no es suficiente”, sino que es necesario “seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro”. Lo que más sorprende del Señor y de su Pascua, afirma el Sumo Pontífice, es “el hecho de que Él llegue a la gloria por el camino de la humillación”.

Él triunfa acogiendo el dolor y la muerte, que nosotros, rehenes de la admiración y del éxito, evitaríamos. […] Sorprende ver al Omnipotente reducido a nada. Verlo a Él, la Palabra que sabe todo, enseñarnos en silencio desde la cátedra de la cruz. Ver al rey de reyes que tiene por trono un patíbulo. Ver al Dios del universo despojado de todo. Verlo coronado de espinas y no de gloria. Verlo a Él, la bondad en persona, que es insultado y pisoteado.

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Jesús subió a la Cruz para descender a nuestro sufrimiento

El Señor se humilló por nosotros, “para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal”, explicó Francisco. Subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento, probando nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentando en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas las redimió y las transformó:

Su amor se acerca a nuestra fragilidad, llega hasta donde nosotros sentimos más vergüenza. Y ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz. Por eso las palmas y la cruz están juntas.

Levantemos nuestra mirada a la Cruz

La vida cristiana, aseguró el Papa, “sin asombro, es monótona”, pues, si la fe "pierde su capacidad de sorprenderse se queda sorda”: no siente la maravilla de la gracia, ni experimenta el gusto del Pan de vida y de la Palabra, y no percibe la belleza de los hermanos y el don de la creación, y no tiene otra vía que refugiarse en legalismos, clericalismos y todas esas cosas que Jesús condena en el capítulo 23 de Mateo. De ahí la invitación del Santo Padre a que, en esta Semana Santa, “levantemos nuestra mirada hacia la cruz para recibir la gracia del estupor”.

San Francisco de Asís, mirando al Crucificado, se asombraba de que sus frailes no llorasen. Y nosotros, ¿somos capaces todavía de dejarnos conmover por el amor de Dios? ¿Por qué hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante él? Tal vez porque nuestra fe ha sido corroída por la costumbre. Tal vez porque permanecemos encerrados en nuestros remordimientos y nos dejamos paralizar por nuestras frustraciones. Tal vez porque hemos perdido la confianza en todo y nos creemos incluso fracasados. Pero detrás de todos estos “tal vez” está el hecho de que no nos hemos abierto al don del Espíritu, que es Aquel que nos da la gracia del estupor.

Abrirse al don del Espíritu que nos da la gracia del estupor y “volver a comenzar desde el asombro", es, pues, la exhortación del Santo Padre: mirar al Crucificado y decirle “Señor, ¡cuánto me amas! ¡qué valioso soy para Ti!”. Dejarse sorprender por Jesús “para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados". "La grandeza de la vida está precisamente en la belleza del amor".

En el Crucificado vemos a Dios humillado, al Omnipotente reducido a un despojo. Y con la gracia del estupor entendemos que, acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está en los últimos, en los rechazados, en aquellos que nuestra cultura farisea condena.

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Ante la cruz no hay lugar a malas interpretaciones

El Sumo Pontífice concluyó su homilía refiriéndose a la escena “más hermosa” del estupor que el Evangelio de hoy nos muestra: la del centurión que, al ver expirar a Jesús exclama: “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!”. El centurión, dijo el Papa, se dejó asombrar por el amor: vio morir a Jesús “amando” y eso lo asombró. Sufría, estaba agotado, pero seguía amando.

Esto es el estupor ante Dios, quien sabe llenar de amor incluso el momento de la muerte. En este amor gratuito y sin precedentes, el centurión, un pagano, encuentra a Dios. ¡Realmente este hombre era Hijo de Dios! Su frase ratifica la Pasión.

Muchos otros antes del centurión, habían reconocido a Jesús como Hijo de Dios. Pero, sin embargo, “Cristo mismo los había mandado callar, porque existía el riesgo de quedarse en la admiración mundana, en la idea de un Dios que había que adorar y temer en cuanto potente y terrible”. Ahora, ante la cruz “no hay lugar a malas interpretaciones”, pues “Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor”. De ahí la exhortación final del Sumo Pontífice que, haciendo presente que Dios “continúa sorprendiendo nuestra mente y nuestro corazón”, anima a que dejemos que "el estupor nos invada”.

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La Misa de este Domingo de Ramos es la primera celebración del Santo Padre en la Semana Santa de 2021. Su agenda continuará con el inicio del Triduo Pascual.

Jueves Santo - 1 de abril

El Jueves Santo, 1 de abril, el Santo Padre presidirá la Misa del Crisma en la Basílica de San Pedro a las diez de la mañana. Por la tarde, la Misa de la Cena del Señor en la Basílica de San Pedro se llevará a cabo a las seis y será presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re, y el Papa no estará presente.

Durante esta Misa no se realizará el rito del lavado de los pies debido a las medidas sanitarias para contener la pandemia. Hasta el momento, el Vaticano no ha hecho público el lugar en el que el Pontífice podría celebrar la Misa de la Cena del Señor.

Viernes Santo - 2 de abril

Al día siguiente, Viernes Santo, el Santo Padre presidirá la celebración de la Pasión del Señor a las seis de la tarde y el rezo del Vía Crucis en el atrio de la Basílica de San Pedro a las 21h. La elaboración de las meditaciones fue encomendada a un grupo scout de la región Umbría y a una parroquia romana.

Sábado Santo - 3 de abril

La Vigilia Pascual del Sábado Santo será presidida por el Papa el 3 de abril a las siete y media de la tarde, para permitir a los asistentes volver a casa antes del toque de queda que inicia a las 22h.

Domingo de Resurrección - 4 de abril

El Papa Francisco presidirá la Santa Misa de la Resurrección del Señor el Domingo de Pascua 4 de abril a las 10h de la mañana y al finalizar impartirá la Bendición Urbi et Orbi desde el interior de la Basílica Vaticana.

Lunes del ángel - 5 de abril

Por último, el 5 de abril, conocido como el “lunes del ángel”, el Santo Padre rezará al mediodía la oración del Regina Coeli desde la Biblioteca del Palacio Apostólico.

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