La carta del Papa al pueblo de Ucrania cuando se cumplen nueve meses de guerra: "El dolor es incalculable"

Francisco ha mostrado una vez más su cercanía al pueblo ucraniano: "Dentro de unas semanas será Navidad y el aguijón del sufrimiento se sentirá aún más"

La carta del Papa al pueblo de Ucrania cuando se cumplen nueve meses de guerra: "El dolor es incalculable"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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“En sus calles, muchos han tenido que huir, dejando atrás hogares y seres queridos. Junto a sus grandes ríos fluyen cada día ríos de sangre y lágrimas”. Es parte de la descripción que ha hecho el Papa Francisco sobre la situación que vive Ucrania nueve meses después de que estallara la guerra, en una carta dirigida a sus castigados habitantes.

Desde la basílica de San Juan de Letrán, el Pontífice ha descrito la dolorosa realidad que viven los ciudadanos del país del este europeo, “entre ciudades martilladas por las bombas, mientras las lluvias de misiles causan muerte, destrucción y dolor, hambre, sed y frío”.

Una vez más, el obispo de Roma ha mostrado su cercanía hacia Ucrania, uniéndose a las lágrimas de millones de personas: “No hay día en que no esté cerca de ustedes y no los lleve en mi corazón y en mi oración. Su dolor es mi dolor”, asevera.

En la misiva, el Santo Padre ha lamentado que desde hace nueve meses, Ucrania padece “la absurda locura de la guerra. En sus cielos, el siniestro rugido de las explosiones y el ominoso sonido de las sirenas resuenan sin cesar”, ha expresado.

A continuación, el Papa se ha dirigido a diferentes núcleos de población que sufren los efectos de la guerra, como niños, jóvenes, adultos y ancianos, así como voluntarios y refugiados.

El recuerdo del Papa a los niños fallecidos en la guerra

En este sentido, Jorge Bergoglio ha tenido un recuerdo especial para los pequeños, muchos de ellos fallecidos, heridos o huérfanos, poniendo incluso nombres a algunos de ellos: “Como Kira en Odessa, como Lisa en Vinnytsia, y como cientos de otros niños. En cada uno de ellos la humanidad entera está derrotada. Ahora están en el regazo de Dios, ven su angustia y rezan para que se acabe. Pero, ¿cómo no sentir angustia por ellos y por aquellos, pequeños y grandes, que han sido deportados? El dolor de las madres ucranianas es incalculable”, se ha preguntado compungido.

Francisco no ha dudado en recordar a aquellos jóvenes que han defendido su patria, obligados a “poner las manos en las armas en lugar de los sueños que habíais cultivado para el futuro; pienso en ustedes, esposas, que perdieron a sus maridos y mordiéndose los labios siguen en silencio, con dignidad y determinación, haciendo todos los sacrificios por vuestros hijos”.

En su mensaje, el Sucesor de Pedro también se ha dirigido a los voluntarios que trabajan por la gente, así como los pastores del pueblo de Dios que han permanecido cerca de la gente para llevar el consulelo de Dios y la solidaridad “transformando creativamente los lugares de la comunidad y los conventos en refugios donde ofrecer hospitalidad, alivio y comida a quienes se encuentran en condiciones difíciles”.

Francisco reza por los gobernantes de Ucrania: "Recae el deber de tomar decisiones con visión de futuro para la paz "

Por ello, en la carta el Papa Francisco exterioriza su cercanía con los refugiados y desplazados internos, pero también ha tenido un mensaje especial para los gobernantes de Ucrania, sobre los cuales “recae el deber de gobernar el país en tiempos trágicos y de tomar decisiones con visión de futuro para la paz y para desarrollar la economía durante la destrucción de tantas infraestructuras vitales, tanto en la ciudad como en el campo”.

Al final de la misiva, el Pontífice ha trasladado el cariño de la Iglesia al pueblo ucraniano, especialmente en estos nueve meses trágicos que se agudizarán, recalca, ante la proximidad de la Navidad: “Dentro de unas semanas será Navidad y el aguijón del sufrimiento se sentirá aún más”, dice, y le gustaría volver con ellos a Belén, “a la prueba que la Sagrada Familia tuvo que afrontar en aquella noche, que solo parecía fría y oscura. En cambio, la luz vino: no de los hombres, sino de Dios; no de la tierra, sino del cielo”.

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