Francisco y su clamor contra la guerra: "¿Quién escucha la voz del Niño Jesús en este conflicto insensato?"
El Papa recuerda los lugares del mundo sumidos en guerras y pide que la Navidad nos disponga "a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo"
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En la bendición Urbi et Orbi que ha impartido el Papa este 25 de diciembre, Francisco ha vuelto a alzar la voz por la Paz. Recordando todos los conflictos armados que en este momento mantienen a millones de personas "sumidas en la osucridad", ha pedido que el nacimiento de Jesús "nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata".
Esta petición, que ha subrayado espcialmente durante su bendición, pide que "nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra", ha expresdao refiriéndose al conflicto en Ucrania.
¿Quién escucha la voz del Niño Jesús en Ucrania o Siria?
El Papa ha lamentado que "se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo. Pero la voz del Niño, ¿quién la escucha? Nuestro tiempo está viviendo una grave carestía de paz también en otras regiones, en otros escenarios de esta tercera guerra mundial".
De esta forma, ha querido mencionar los lugares del mundo que sufren el desastre de la guerra. "Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos. Imploremos al Señor para que allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos".
El conflicto en Oriente Medio
Por eso, ha pedido que el Niño Jesús "sostenga a las comunidades cristianas que viven en todo el Oriente Medio, "para que en cada uno de esos países se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos. Que ayude en particular al Líbano, para que finalmente pueda recuperarse, con el apoyo de la comunidad internacional y con la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad".
Yemen, Myanmar e Irán
Que la luz de Cristo ilumine la región del Sahel, ha pedido Francisco, "donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia".
Que oriente hacia una tregua duradera en Yemen y hacia la reconciliación en Myanmar y en Irán, "para que cese todo derramamiento de sangre. Que inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad en el continente americano, a esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países; pienso particularmente en el pueblo haitiano, que está sufriendo desde hace mucho tiempo".
En este día, ha dicho, "en que es hermoso volver a reunirse alrededor de una mesa bien preparada, no quitemos la mirada de Belén, que significa “casa del pan”, y pensemos en las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas".
Las consecuencias de la guerra
La guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación, dejando poblaciones enteras con riesgo de carestía, especialmente en Afganistán y en los países del Cuerno de África. "Toda guerra —lo sabemos— provoca hambre y usa la comida misma como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo. En este día, aprendiendo del Príncipe de la paz, comprometámonos todos —en primer lugar, los que tienen responsabilidades políticas—, para que la comida no sea más que un instrumento de paz. Mientras disfrutamos la alegría de encontrarnos con nuestros seres queridos, pensemos en las familias que están más heridas por la vida, y en aquellas que, en este tiempo de crisis económica, tienen dificultades a causa de la falta de trabajo y de lo necesario para vivir".
Como en ese entonces, ha concluido, "Jesús, la luz verdadera, viene a un mundo enfermo de indiferencia, que no lo acoge (cf. Jn 1,11); es más, lo rechaza, como les pasa a muchos extranjeros; o lo ignora, como muy a menudo hacemos nosotros con los pobres. No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento".