Francisco envía sus condolencias a los seres queridos de Olivier Maire: "Os aseguro mi cercanía espiritual"
En la Audiencia, el Santo Padre ha manifestado que el amor a Dios es más importante que los mandamientos, a los que define como "pedagogos" que nos conducen al Señor
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El Papa Francisco ha comenzado la Audiencia General de cada miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, con un recuerdo para el P. Olivier Maire, el religioso asesinado el pasado lunes en Francia por un refugiado ruandés.
El Pontífice ha expresado su dolor por lo ocurrido en el país galo y ha enviado sus condolencias a familiares y fieles: "Me enteré con gran dolor del asesinato del padre Olivier Maire. Envío mis condolencias a la comunidad religiosa de los monfortianos de Saintlaurent-sur-Sèvre, en Vendée, a su familia y a todos los católicos de Francia. Os aseguro mi participación y mi cercanía espiritual", ha afirmado Francisco durante la audiencia general.
Ya en su alocución, el Santo Padre ha manifestado que el amor a Dios es más importante que los mandamientos, aunque ha precisado que es necesario respetarlos, ya que son los “pefagogos” que nos conducen al encuentro con el Señor.
El Santo Padre ha reflexionado sobre la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas que presenta la novedad radical de la vida cristiana: "Todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor".
El Pontífice explicó que ante la pregunta “¿para qué la ley?” cuestionada por los misioneros fundamentalistas que no comprendían la importancia de respetar los mandamientos recogidos por Moisés para el pueblo, y por tanto "confundían" a los Gálatas; el apóstol escribe: “Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley”
A pesar de que los detractores de Pablo sostenían que los Gálatas "tendrían que seguir la Ley para ser salvados", Francisco puntualizó que el apóstol no está en absoluto de acuerdo, ya que las disposiciones que surgieron en el “primer concilio” de Jerusalén celebrado con Pedro y los demás apóstoles eran muy claras, y decían: “Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza”
Asimismo, el Papa destacó que en aquel tiempo había una profunda necesidad de respetar la ley, "porque era tiempo de paganismo" por lo que la ley se convirtió en un gran don para poder seguir adelante: “La ley es la expresión de que un pueblo está en alianza con Dios. Cuando Pablo habla de la Ley, hace referencia normalmente a la Ley mosaica. La observancia de la Ley garantizaba al pueblo los beneficios de la Alianza y el vínculo particular con Dios. Estrechando la Alianza con Israel, Dios le había ofrecido la Torah para que pudiera comprender su voluntad y vivir en la justicia. En más de una ocasión, sobre todo en los libros de los profetas, se constata que la no observancia de los preceptos de la Ley constituía una verdadera traición a la Alianza, provocando la reacción de la ira de Dios”
El Papa hizo hincapié en que los misioneros que se habían infiltrado entre los Gálatas sostenían que el vínculo entre Alianza y Ley mosaica era tan estrecho que las dos realidades eran inseparables. Sin embargo, precisamente sobre esto punto -dijo Francisco- podemos descubrir la inteligencia espiritual de San Pablo y las grandes intuiciones que él ha expresado, sostenido por la gracia recibida para su misión evangelizadora.
En este contexto, el Apóstol explica a los Gálatas que, en realidad, la Alianza y la Ley no están vinculadas de forma indisoluble: "la Ley no es la base de la Alianza porque llegó sucesivamente". Un argumento como este -añadió el Pontífice- pone en evidencia a los que sostienen que la Ley mosaica sea parte constitutiva de la Alianza:
“La Torah, de hecho, no está incluida en la promesa hecha a Abraham. Dicho esto, no se debe pensar que san Pablo fuera contrario a la Ley mosaica. Más de una vez, en sus Cartas, defiende su origen divino y sostiene que esta posee un rol bien preciso en la historia de la salvación. Pero la Ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla. Quien busca la vida necesita mirar a la promesa y a su realización en Cristo”.
El Papa concluyó su alocución recordando que todos que los cristianos caminamos mirando a una promesa. De ahí la importancia de no olvidar la novedad radical de la vida cristiana: el amor a Jesús es más importante que los mandamientos y estamos llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor.