Las palabras del Papa en el Regina Coeli: “Desde esta gran ciudad confío a María la fe y el futuro de Europa"

"Infunde en los corazones de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra"

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Sara de la Torre

Publicado el - Actualizado

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"Es hermoso que las fronteras no representen barreras que separan, sino zonas de contacto". Así lo ha expresado el Papa Francisco, tras escuchar el agradecimiento del cardenal Erdö por esta visita pastoral.

Francisco ha rezado el Regina Coeli en la Plaza Kossuth Lajos de Budapest, ante unos 50 mil fieles húngaros. Tras su homilía, Francisco instó a ser como Jesús, “una puerta que nunca se le cierra en la cara a nadie” y que permite “experimentar la belleza del amor y del perdón del Señor”. Durante la oración mariana, el Santo Padre alentó a la unidad, y a la paz, entre "el martirizado pueblo ucraniano" y, también, "al pueblo ruso".

El Papa quiso agradecer "a todo el amado pueblo húngaro por la acogida y el afecto que he sentido en estos días". "A todos les digo: köszönöm, Isten fizesse! [¡gracias, que Dios los recompense!]".

Dios y la esperanza en la vida

Además, tuvo "un recuerdo especial por los enfermos y los ancianos, por quienes no han podido estar aquí, por quienes se sienten solos y por quienes han perdido la fe en Dios y la esperanza en la vida. Estoy cerca de ustedes, rezo por ustedes y los bendigo".

"El cardenal Erd? ha dicho que aquí se vive 'en la frontera oriental de la cristiandad occidental desde hace mil años'", señaló Bergoglio. "Es hermoso que las fronteras no representen barreras que separan, sino zonas de contacto; y que los creyentes en Cristo pongan en primer lugar la caridad que une y no las diferencias históricas, culturales y religiosas que dividen", apuntó. "Nos congrega el Evangelio y es volviendo allí, a las fuentes, donde el camino entre los cristianos proseguirá según la voluntad de Jesús, Buen Pastor, que nos quiere unidos en un solo rebaño", proclamó.

"Santísima Virgen, mira a los pueblos que más sufren. Mira sobre todo al cercano y martirizado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a ti. Tú eres la Reina de la paz, infunde en los corazones de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos, no de muros".

A ti te encomendamos esta Iglesia y este país", concluyó el Papa la oración mariana, despidiéndose del pueblo húngaro: "Isten éltessen! [¡Felicidades!]. Agradecido por estos días, los llevo en el corazón y les pido que recen por mí. Isten áld meg a magyart! [¡Que Dios bendiga a los húngaros!]".

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